ARTISTA Beatriz Bernad presentando

el disco 'Las Pilares'

LOCAL sala Mozart, del Auditorio de

Zaragoza

FECHA viernes, 9 de octubre

ASISTENCIA 1.000 espectadores

La cantadora Beatriz Bernad, que junto con Nacho del Río es uno de los valores más sólidos de la jota del siglo XXI, acaba de publicar Las Pilares, su primer disco en solitario, una hermosa apuesta en la que homenajea a un puñado de las grandes intérpretes de la historia del más difundido de los estilos musicales populares aragonesas. Para el proyecto se han puesto al día algunos textos y se ha dado a las músicas coloraturas nuevas a través de los arreglos y de una instrumentación que incluye la presencia, además de guitarra y bandurria, de acordeón, trombón y bombardino. ¿Objetivo? Revisar con respeto la tradición, pero intentar situar la jota en el calendario del siglo XXI atrayendo nuevos públicos. Alberto Gambino, bregado productor en muchas batallas sonoras (muy cercano a Aragón en los últimos años con proyectos de nueva jota y, entre otros, y el singular trabajo Flamenco diásporo, de la Orquesta Popular de la Madalena. Con Gambino han trabajado en Las Pilares Sergio Aso Benito, Javier García Vega y David Aznar, todos ellos músicos notables. Isabel Rocatín y Lourdes Escusol han puesto los coros, y el mencionado Nacho del Río, Carmen París, Kepa Junkera y el maestro malí de la kora Toumani Diabaté han aportado colaboraciones puntuales.

Todos los mencionados, salvo Junkera y Diabaté, acompañaron a Beatriz el viernes en su primera prueba de fuego tras la salida del álbum: ponerlo en pie en el escenario de la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. Nacho del Río intervino en varias ocasiones, y Carmen París desató su garganta en Los fogones, casi al final del recorrido del concierto. En el repertorio, piezas de Las Pilares y alguna jota no recogida en esa grabación. Y en el balance general de la velada, luces y sombras en un proyecto que funciona espléndidamente en disco y que, por lo visto y escuchado el viernes, tiene aún mucho que hacer para conformar un espectáculo redondo (más o menos, vaya).

Admitamos que tanta palabrería desplegada durante la actuación era necesaria (incluida una presentación que recordaba viejos y olvidados certámenes joteros) por ser la primera vez, pero convendría tener en cuenta en el futuro que un concierto necesita mucho más ritmo interno y fluidez y pocas explicaciones. Luego está la voz de Beatriz, gozosamente poderosa y conmovedora, pero demasiado salvaje en ocasiones, lo que le priva de fluidez y matices. Ya sabemos de su vigor, ahora conviene que la cantadora adobe esa fuerza de la naturaleza que tiene en las cuerdas vocales. Y luego está el asunto de los músicos: explicar cómo se comporta sonoramente la formación en escena requiere disponer de un espacio que no tengo; así que anotemos a vuela pluma que Gambino y sus colegas tienen que aquilatar más su labor en el escenario. Sí, ofrecen algún instrumental punzante, y resultan compactos en piezas como La ronda de las Pilares, Se crían buenas labores, Los pastores y Los fogones; pero en el acompañamiento global a Beatriz el cuarteto se muestra muy en segundo plano, algo deslavazado a veces y con escasa dinámica. Así las cosas, toda la ruptura que ofrece el disco se diluye no poco en directo. Por cierto: aunque las comparaciones son odiosas, también son inevitables: por eso, cantadora y músicos deben poner especial cuidado en la interpretación de composiciones populares como Los pastores, cantada anteriormente por grandes voces, entre ellas la de Estrella Morente. Dicho lo cual, aquí va la despedida: Las Pilares es una propuesta que necesita en directo mucho rodaje y algunos cambios. Solo así el espectáculo pasará de atractivo a apasionante.