La vida de Calabacín

Claude Barras

La expresividad de los personajes es sencilla y emocionante. Son media docena de niños internados en un hogar de acogida nada dickensiano que están ahí por culpa de la locura, borrachera o violencia de sus padres. El primer largo de Barras es tierno y delicado pero nada complaciente, pese a que se cierra con imágenes esperanzadoras. El drama está a ras de tierra y la animación es bella, dulce y elocuente, tanto en los movimientos como en la gestualidad de los niños cuando musitan su tristeza. nando salvá