Aunque muy a menudo se olvida, los periodos de posguerra que suceden a los conflictos bélicos son tanto o incluso más desgarradores y violentos que la propia guerra. Una realidad que la librería zaragozana Cálamo ha querido poner de manifiesto en la XVII edición de sus premios literarios, que entregó ayer en una ceremonia celebrada en el Teatro Principal marcada por el 35º aniversario de su fundación.

Unos premios que fueron a parar en la categoría de Libro del Año 2017, concedido por el voto de los lectores, a la autora checa Monika Zgustova por su crónica Vestidas para un baile en la nieve (Galaxia Guttenberg); en la categoría de Otra Mirada (Destinado a autores con perspectivas innovadoras) a la mexicana Verónica Gerber Bicecci por Conjunto vacío (Pepitas de Calabaza) y al autor cántabro Juan Gómez Bárcena por Kanada (Sexto Piso); y en la categoría Extraordinario a Juan Madrid por su novela negra Perros que duermen (Alianza Editorial).

Cuatro historias aparentemente diferentes que no obstante comparten un marcado denominador común, y es que todas ellas hablan de situaciones de posguerra en las cuales el pueblo fue sometido a represión desmedida, ya sean los gulags rusos de Vestidas para un baile en la nieve, los exiliados de la dictadura argentina de Conjunto vacío, los supervivientes de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial de Kanada o los luchadores republicanos que combatieron contra el régimen franquista en Perros que duermen. Una conexión que los autores explicaron durante la rueda de prensa previa a la entrega que tuvo lugar en la propia librería Cálamo ayer por la mañana.

«La mayoría creemos que con el fin de la Segunda Guerra Mundial el terror y el odio se acabó, pero la realidad es que muchos de los prisioneros en guetos y campos de concentración de aquella época cuando al fin volvieron a sus hogares se los encontraron derruidos y rodeados por gente que seguía odiándoles», explicó Gómez durante la charla, calificando el hogar de aquellos exprisioneros como «campos de concentración privados». «No quería retratar el sufrimiento de esta gente en los campos, sino el que experimentaron cuando volvieron a casa» explicó el autor.

Por su lado, Gerber, que antes que escritora se definió asimismo como «creadora visual», explicó el curioso planteamiento de su novela, en la cual las imágenes trascienden de ser meras ilustraciones para pasar a formar parte del discurso narrativo. «Mi objetivo es que la novela no pudiera entenderse sin tener en cuenta las imágenes» explicó la autora sobre su novela, que recoge la historia de varios exiliados de la dictadura argentina 30 años después de su partida del país.

‘MONUMENTO MORAL’// Juan Madrid definió su novela como una «metáfora sobre el fascismo», y un homenaje al «monumento moral» que supuso la lucha contra el régimen de Franco. Madrid, cuyos padres fueron luchadores republicanos, aprovechó la ocasión para criticar el modelo educativo español en torno a la historia de la Guerra Civil Española. «No existe futuro si no se conoce el pasado, y España es un país sin pasado, ya que en los colegios no se enseña una sola palabra de lo que fue la segunda República» aseveró el escritor.

Finalmente, Zgustova cerró el acto visiblemente ilusionada por recibir el premio de los lectores. «Este es el premio que más feliz me hace de todos» indicó la escritora, que dio algunas pinceladas sobre el proceso de documentación que siguió para realizar las entrevistas a mujeres supervivientes de los gulags que finalmente conformaron su novela, a la que ella prefiere llamar «crónica» por su gran peso documental y la «escasa y transparente» prosa con la cual ha adornado los testimonios recogidos. «Al principio pensé que se trataba de un tema demasiado terrible, más propio de un artículo de prensa, pero finalmente me decidí a ser el medio de expresión de todas aquellas mujeres que habían pasado por los gulags, en documentar el cambio que sufrieron en la sociedad de posguerra que les rodeó tras su encierro» concluyó la escritora.