--Cuarenta años de carrera dan para mucho. ¿Soñaba con llegar hasta aquí?

--Cuando uno empieza siempre sueña con llegar arriba del todo. Lo sueñas, pero no lo ves como una realidad tangible. Pero si te lanzas, no es para quedarte abajo.

--¿De pequeño cuáles eran sus ídolos de cómic?

--Cuando yo era pequeño leía los clásicos. Pulgarcito, Mortadelo y Filemón, El guerrero del antifaz. Pero nunca había tenido en mente dedicarme a los cómics.

--¿Cómo dio entonces el salto al cómic inglés?

--Todo empezó cuando haciendo el servicio militar conocí a un dibujante de christmas. Él fue quien me dijo que estaban pidiendo dibujantes de cómics en Barcelona. Yo no me imaginaba que pudiera ganarme la vida como dibujante. Pero fui a Barcelona, me pasé por todas las casas de cómics. Todos me iban diciendo que no. Y al final conseguí trabajo con una de las editoriales más bajas que había. Todo empezó con una historia del oeste de veinticinco páginas. Me dieron 2.500 pesetas. Al final fui a dar con un representante extranjero. Recibí unos guiones de historietas románticas. Después, por equivocación, me dieron un trabajo de aventuras. Al final decidí instalarme en Inglaterra. Fui para tres meses, que se convirtieron en diez años.

--El 'Juez Dredd' y 'Perro de Estroncio' son sin duda alguna sus dos mayores éxitos. ¿Qué cree que conquistó al público?

--No lo sé. Con el Juez Dredd nos anticipamos al tiempo porque fueron dos años antes de que saltara en Inglaterra el movimiento punk. Entonces estaba Margaret Thatcher en el gobierno y había mucha rebeldía social. El Juez Dredd fue una ironía y caricatura del estilo de vida de entonces.

--El 'Juez Dredd' es el fruto del tándem que forma con John Wagner. ¿Cómo tienen que funcionar el trabajo conjunto de un dibujante y un guionista?

--Todos los guionistas con los que he trabajado son grandes amigos. Yo llevo trabajando treinta y ocho años con John Wagner. Es gente que conozco mucho con la que tengo muchas cosas en común. Él sabe perfectamente lo que yo voy a dibujar y él cuando me pide algo sabiendo que con dos palabras voy a entenderle. Hay una compenetración muy grande.

--¿Cuál es el secreto para mantener viva una historia durante más de tres décadas?

--Si lo supiera seguiría utilizándolo en todo lo que hago. Nunca nos llegamos a imaginar que Juez Dredd y Perro de Estroncio iban a durar tanto tiempo. A ninguno de los dibujantes de Juez Dredd se les ha obligado, como se suele hacer en Estados Unidos, a mantener un estilo. Por eso es uno de los mayores formadores de cómic del mercado inglés.

--La trama de 'Juez Dredd' nos traslada a los años 2100. ¿Cómo nos imagina?

--(risas) Yo espero no estar vivo. El Juez siempre ha sido una sátira, sobre todo de la vida americana. Hay concursos de supergordos. Otros programas que empezaban a asomar en la televisión americana de los 70 y que han llegado hasta hoy. La realidad ha superado a la ficción. Cuando yo saqué el traje del Juez Dredd era de ciencia ficción. Hoy día cualquier policía antidisturbios viste igual.

--¿Cómo han evolucionado sus protagonistas a lo largo de los años?

--El Juez es de los pocos personajes por quien ha pasado el tiempo. Ya tiene unos setenta años. Tanto el guionista como yo nos vamos haciendo mayores, y nuestras ideas se van reflejando en el personaje.

--¿Por ejemplo?

--El Juez Dredd ya no es tan severo, es más permisivo. Ha madurado, es más sabio.

--¿Ha cambiado su público?

--En aquellos tiempos tenían quince años y ahora cuarenta. (risas). Es curiosa la fidelidad de los fans. Ahora hay muy pocos de menos de veinte. La gente joven no lee tantos cómics. El videojuego es un cómic interactivo. Parece que incluso nosotros nos dirigimos más a un público adulto.

--En los 70 tuvo que salir a Inglaterra para trabajar y nunca ha vuelto. ¿Se siente olvidado en su propio país?

--Hoy en día no porque ya han hecho un par de películas de mis personajes. El Juez Dredd es un icono. En un principio sí. Incluso cuando salió la primera película con Silvester Stallone (1995) recuerdo que en algunos sitios ponía que era de un cómic de un dibujante inglés. En otros, que por mi nombre debía de ser mexicano.

--Ahora Dolmen le nomina para los Premios de la Crítica por toda una carrera de autor nacional. ¿Los reconocimientos en su tierra llegan tarde?

--Nunca he prestado gran atención a los premios. Soy un profesional. Los premios están muy bien como reconocimiento, para ayudar al dibujante joven a seguir. Aquí en España me dieron uno en el festival de cine de Estepona. Pero entiendo que no me den muchos porque aquí no se han publicado muchas cosas mías. Hace siete años empezaron a sacar cómics que ya había hecho para el mercado americano. No soy un artista popular en España.