Espléndida de voz, entusiasta con su trabajo y comprometida con su música y con el público, Noa actúo y entusiasmó el jueves en el Teatro Principal. Acompañada por su inseparable y notable guitarrista Gil Dor y tocando las percusiones en varias piezas, la cantante israelí facturó un concierto intenso, brillante y emocionante. Pocas artistas dan tanto con tan poco: quiero decir solo con voz, guitarra y percusiones. Pero es que, ay, amigos, la voz de Noa es mucha voz pues combina una hermosa coloratura con una extraordinaria gama de altos. Influido tanto por la canción de autor como por el folk y la música clásica, el repertorio de Noa atrapa sin contemplaciones.

El jueves explicó que cada canción es como una carta; una misiva sonora al amor, la convivencia en paz, la discriminación de la mujer... Letras con música que quieren contribuir a la construcción de un mundo más habitable, menos agresivo y más solidario. Comenzó la actuación con dos piezas en tiempos medios (Explain The Night e Ilanot), y siguió, ya al frente de las percusiones, que maneja con no poca destreza, con Pockeach, canción de ambiente festivo y aire brasileño; I Don’t Know, de carácter tribalista, y You (Tú y yo), composición escrita para y dedicada a Joaquín Sabina.

Un solo de guitarra de Gil Dor dio paso a Look At Me, canción de un proyecto de Noa con música de Bach, montada sobre el Concierto nº 5 en fa menor, del compositor alemán. No fue la única pieza bachtiana que sonó en el concierto, pues Noa, con textos vitalmente contemporáneos, ofreció varias canciones armadas con las partituras del genio del barroco. Un Bach, el de Noa, dicho sea de paso, que se aproxima, sin perder la esencia, al concepto del musical (la danza festiva Badineri-No Baby es uno de los ejemplos más claros).

Con Child Of Man y Keren Or, un blues en el que improvisadamente introdujo agradecimientos a Zaragoza y su público, quiso cerrar el concierto. Mas ya se sabe (lo he comentado en alguna ocasión), que no hay cantante, cantaor, cantautor e incluso cantamañanas que se vaya de la ciudad sin hacer un bis o dos. Noa, reclamada con insistencia por los espectadores, hizo tres: Es caprichoso el azar, de Serrat, con quien la ha cantado, La vida es bella, de la banda sonora de la película homónima, y Ave María, de Bach y Gounod.

Noa, mensajera de cartas de firme esperanza en un planeta repleto de ruido y furia, arrebató el jueves. Vino a decirnos, como el título de una de sus canciones (que no interpreto) que There Must Be Anoter Way.