Menos inspirada que las producciones anteriores de Nick Park y los estudios Aardman, Cavernícola funde la prehistoria con la creación del fútbol y tiene su esperado clímax en un partido que enfrenta a dos equipos cuya visión del juego es antagónica, las estrellas sobradas y los que juegan desaliñadamente pero también de manera más creativa. Park hace una vez más de lo analógico materia de estilo, aunque el soporte final sea digital. La estética de los personajes y objetos de plastilina animada, imperfecta, pero su mayor virtud estética, y el proceso stop-motion, que los estudios Aardman llevan reivindicando desde que crearan a Wallace y Groomit, están convenientemente afinados (fondos, movimientos físicos, luz, gestualidad) y no faltan las canciones de rigor para animar algunas secuencias. Pero Cavernícola es un filme desnudo. Va al grano (el conflicto entre dos tribus, el entrenamiento en los campos y el partido final narrado con ironía épica). Los personajes son menos entusiastas que en obras mayores de Park, . Pero es una producción Aardman, y eso solo ya invita al respeto.