Cuando algunos se lamentan de la pérdida de los juzgados en la plaza del Pilar, otros buscan fórmulas imaginativas para atraer clientes, y no sólo turistas, hasta uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Y con éxito, como sucede con El Ciclón, establecimiento de moda y última apuesta de los responsables del Molino de san Lázaro.

Dentro del mismo, uno puede pensar que se encuentra en Barcelona, Milán o París, si no fuera por la generosidad del espacio destinado a los clientes. Estética industrial, respeto al pasado --se han conservado muchos elementos de la primigenia juguetería, comenzando por las letras del nombre--, ladrillos a la vista, mesas diferentes entre sí, el propio carro de postres- Un lugar para presumir de cosmopolitas y acercar a los foráneos.

Y, por una vez, los lugareños han entendido la apuesta. El equipo comandado por Cristina Ramos, Cristina Palacios, Dani Cascán y David Añaños no es que haya acertado en su propuesta --como otras veces--, sino que ha conectado con el público zaragozano; tarea harto difícil.

El entorno lo merece, pero fundamentalmente la oferta gastronómica. Sencilla en apariencia, versátil en las formas y, lo más importante, muy satisfactoria, gracias a lo sabrosa que resulta, con un precio muy razonable. Tiene carta, sí, pero lo que se impone son las diversas opciones a precio cerrado, como parece demandar la clientela.

Menú diario por 15,50 euros, con copa de vino o cerveza, agua y pan, y varias opciones; por ejemplo: Canelón de bacalao con sal de escamas, aceite virgen y cañada a la brasa, Arroz al horno de leña con pato y setas y postre a elegir de su carro. O la denominada fórmula Ciclón, un degustación en realidad, con Ensalada de foie micuit con naranja, aceite balsámico y pistachos, Verduritas a la parrilla con romescu y emulsión de pistu, Mollete con queso, papada y trufa, Bomba de patata y sepia con mahonesa de cebollino y huevas de lumpo, tataki de ternera con mojos rojo y verde -excepcional- y Cordero deshuesado con puré de patatas y migas crujientes, además del postre y la bebida. O un menú aragonés, más tradicional -dentro de un orden moderno-, con ensalada, migas, ajoarriero y paletilla de ternasco.

Una cocina eficaz y sabrosa, que no sorprende a los entrenados --ni falta que hace--, pero sí al público en general, que se reconoce en los sabores y disfruta con las presentaciones y detalles.

Ya era hora de tener un sitio así a la vera del Pilar.

El Ciclón

Pl. del Pilar, 10, local 5, Pasaje El Ciclón. Zaragoza. 976 093 789. No cierra.