Uno de los más antiguos monumentos arqueológicos del mundo romano es la denominada Cloaca Máxima de Roma, la cual, construida ya en tiempos del rey etrusco Tarquinio el Viejo (618-578 a.C.) conduce todavía parte de las aguas residuales de la ciudad de Roma hasta el río Tíber. Las cloacas, como hoy en día pero hace ya más de dos mil años, posibilitaron en el mundo romano que sus ciudades dispusiesen de agua corriente y potable en sus casas. Algunas de aquellas cloacas eran transitables e incluso navegables (como la citada cloaca Máxima de Roma) y su limpieza un trabajo reservado para convictos (purgatores cloacarum). Como red principal de saneamiento e higiene de la ciudad romana, las cloacas eran siempre de obra pública, planificadas, ejecutadas y mantenidas con fondos de la administración local. Por lo general, las cloacas se construían encajadas sobre el terreno natural, siendo las paredes de hormigón (opus caementicium) y su suelo plano (realizado a base de cantos rodados recubiertos de argamasa) con una ligera pendiente para facilitar la circulación de las aguas hasta su desagüe.

PASADIZOS SUBTERRÁNEOS En cuanto a Caesaraugusta, la ciudad fue fundada por el primer emperador de Roma, César Augusto. Los arqueólogos (así queda registrado en el estudio Las cloacas de Caesaraugusta y elementos de urbanismo y topografía de la ciudad antigua, de Francisco de Asís Escudero Escudero y María Pilar Galve Izquierdo, que ha publicado la Institución Fernando el Católico) han determinado que las cloacas de Caesaraugusta fueron diseñadas en los momentos iniciales de su fundación (segunda mitad del siglo I d.C.), constituyendo las estructuras romanas hasta el momento encontradas en Zaragoza que se hallan a mayor profundidad, incluso por debajo de las zanjas que fueron preparadas para cimentar sus murallas. Sin embargo, mil cien años después, tras la Reconquista de Zaragoza, y durante toda la Edad Media, las cloacas habían dejado de tener utilidad, de manera que ya en los siglos XVI y XVIII diversos textos se refieren a ellas como "pasadizos subterráneos" muchos de los cuales pasaron a formar parte de historias y leyendas.

Ya en el siglo XX, en 1980, durante los trabajos de restauración en La Seo, se halló bajo el pavimento de la catedral una cloaca cuya función se desveló era la de la recogida de aguas caídas de la plaza del templo del Foro romano. En ese mismo año se hallaba también otra cloaca en la calle de Don Jaime, a decir de los arqueólogos autores de este libro, una de las más interesantes halladas hasta ahora.

Dos años después, en 1982, los arqueólogos localizaron el sistema de desagüe de las termas que se hallan (musealizadas) en la calle de San Juan y San Pedro. Y fue años después, entre 1988 y 1994 durante las excavaciones arqueológicas en la plaza de La Seo y solares contiguos, cuando los arqueólogos consiguieron completar el conocimiento de los canales y cloacas al servicio del Foro de Caesaraugusta. De este modo, en la actualidad hay 30 cloacas registradas arqueológicamente, cuyo conjunto es superior a los 600 metros de longitud.

Asimismo, los trabajos arqueológicos efectuados durante el presente siglo han dado como resultado el descubrimiento de varias cloacas fuera del recinto amurallado de la ciudad, lo que indica que la colonia se extendía por una superficie más amplia de la considerada hasta ahora.