Tras nueve años sin publicar, desde Parientes pobres del diablo y después de su paréntesis literario bajo el seudónimo de Fernanda Kubbs en 2013, la catalana Cristina Fernández Cubas vuelve con La habitación de Nona, un libro compuesto por seis relatos cortos. Entre ellos, el de una niña que siente envidia de su hermana, el de una mujer al borde del desahucio y el del salto en el tiempo que una mujer sufre al salir de un hotel. La autora presentó su obra en la Librería Cálamo de Zaragoza.

--¿Por qué toma La habitación de Nona como título de su libro?

--Podría haber titulado Días entre los Wasi-Wano, el último cuento del libro que es una apertura más optimista, pero, de alguna manera, le iba bien este nombre. Los cuentos son habitaciones con distintos ocupantes.

--¿Qué tiene la infancia para ser un tema recurrente en sus cuentos?

--La infancia es interesantísima, sobre todo el código de valores y el mundo que se puede generar en las mentes.

--También habla de la madurez, de la soledad y de la familia. ¿Cómo consigue revisitar esos temas universales de la literatura?

--Son temas que están ahí pero cada escritor los aborda distinto a los demás. Hay tantas miradas como escritores.

--¿Y cuál es la suya?

--Está en mis cuentos.

--¿Cómo se conectan los seis cuentos de este libro?

--Son independientes pero hay algo entre ellos. Pueden ser atmósferas, objetos que se repiten, incluso calles. En este caso concreto, hay un guiño muy concreto entre La habitación de Nona e Interno con figura. Son claves muy sutiles que el lector aprecia y otros que son del dominio secreto del escritor.

--Cuando escribe un cuento, ¿tiene en mente el resto que compone el libro?

--No, pero estás ahí y tus historias van flotando. Un libro es como una posada en la que, por la noche, los habitantes de las distintas habitaciones se visitan.

--Esos dobles sentidos constantes en sus cuentos, ¿son conscientes?

--Depende. Pero lo más importante en un libro de relatos es el orden. Luego el lector ya hará lo que le dé la gana pero el orden es muy importante porque hace que sea un libro completo y no una sucesión de relatos.

--Sus cuentos son muy fantásticos pero tienen algo que los ata a la realidad.

--No son cuentos fantásticos al uso. Algunos pasan la frontera de los sueños y otros no. A mí lo que siempre me ha interesado es ver más allá de lo que se ve.

--¿Por ello centra sus historias en la psicología de los personajes?

--Sí. Y el punto de partida suele ser cotidiano pero de repente hay algo que lo quiebra. Es como si estuvieras viendo una foto apacible y de repente se rajara.

--¿En qué se ha inspirado para escribir estos cuentos?

--En conductas humanas que me interesan, en ganas de viajar, en historias que tienen que ver mucho conmigo y en la imaginación pura y dura.

--¿Qué ha cambiado de su manera de ver desde su última publicación en 2006 hasta hoy?

--Creo que soy más madura (ríe). Desde mi primer libro, Mi hermana Elba, hay una línea que ha sido constante. Supongo que mi mirada será la misma pero intento buscar nuevos caminos y creo que me he complicado más la vida. Desde hace tiempo sé que puedo meterme cada vez en laberintos más complicados.

--¿Volverá a escribir con el seudónimo de Fernanda Kubbs?

--Es posible, Fernanda Kubbs cumplió su función. Por asuntos personales estaba un poco deprimida y me apeteció lanzarme a lo fantástico y a lo increíble. Para mí fue un vuelo importante. Me puse un seudónimo porque precisamente no quería engañar a mis lectores. En mis cuentos siempre hay esa especie de juego de trapecio entre lo vivido y lo soñado, el pasado y el presente, lo posible y lo probable. Siempre hay una duda vital, pero con Kubbs hice una cosa completamente distinta.

--Muchos consideran el cuento un género menor. ¿Qué opina?

--Que lo siento por ellos (ríe). El cuento es un género muy misterioso y muy difícil. El cuento exige un lector despierto por la economía del lenguaje y la intensidad que exige el género. El lector de cuentos no tiene prisa por más que pudiera parecer lo contrario.