Una atractiva joven con minifalda, amiga de un ministro, llega a un poblado levantando el polvo con su Mercedes y se dirige a la cabaña de un plantador de cacao. Empieza a gritar. Dentro ha encontrado un montón de carne sangrienta y se desencadena el caos. Llegan los policías de la ciudad, sin poder arrancar nada del viejo cazador del pueblo hasta que recuerdan que es un anciano al que se deben dirigir con respeto. El caso acaba en manos de Kayo, un joven forense educado en Londres, el único con la formación necesaria para llegar a entender qué ha sucedido. Así empieza El enigma del pájaro azul (La Montaña Pelada), la primera y única novela del profesor, poeta y practicante del spoken word, con un pie en Ghana y otro en el Reino Unido, Nii Ayikwei Parkes.

Exploración de contrastes

Una exploración de los contrastes entre campo y ciudad, entre modernidad y tradición, entre el legado colonial y la cultura local, servida en forma de novela negra. Con un elemento sobrenatural añadido, la presencia de Ananti, el dios araña de la mitología ashanti, que es el protagonista de muchas historias de miedo que se explican a los niños en muchos países a una orilla y otra del Atlántico.

La novela se desarrolla entre ese pequeño poblado, habitado por solo 12 familias, y la capital de Ghana, Acra. «A veces, ir de la ciudad al pueblo es hacer un viaje en el tiempo. Las grandes ciudades -explica el autor- fueron construidas por el poder colonial para convertirlas en un reflejo de la metrópolis». Ese contraste lo vivieron generaciones enviadas a formarse a las escuelas de la capital, donde se les intentaba extirpar su lengua tribal, pero que regresaban constantemente al poblado de sus mayores. Como hizo su propio padre, saxofonista de jazz y estudioso de la música tradicional. «Se convirtieron en cambiaformas», comenta, tomando prestado un término más propio de la literatura fantástica.

La necesidad de ese cambiar de formas para resolver el misterio es la que descubren Kayo y los policías del relato, que deben ser conscientes de todo lo que han olvidado sobre la naturaleza. «Solo al final del libro su educación es completa», relata el escritor, que no solo acudió a la forma de la novela policiaca como vehículo para hacer asequibles sus inquietudes al lector, sino que se dejó llevar por el recuerdo del pulp de sus lecturas juveniles. Especialmente, del afroamericano Walter Mosley.

«Como escritor me interesa el poder a muchos niveles: el poder a través del lenguaje, el poder del Estado, el poder de explicar historias, el poder de decidir olvidar, el poder del recuerdo, el poder de la ciencia contrapuesta a las creencias de un pequeño pueblo», subraya Nii Ayikwei Parkes. También el acceso a una comida u otra es una demostración de la posición que uno ocupa en la comunidad. El consumo de vino o aguardiente de palma, o lo que lleven en su receta las letales bebidas de fabricación casera, forma parte de esos rituales. «No es casual que la Mafia siempre esté comiendo», dice riendo.

Algunos de los policías y políticos de su libro son abiertamente corruptos. Pero cree que sería caer en el cliché haber exagerado este elemento. «Lo que hace la mayoría es saber que estas cosan pasan y acomodarse a ellas», apunta.

Sin embargo, el uso del lenguaje es la principal herramienta de demostración de poder. El inglés como lengua dominante, que se introduce en cualquier discurso como nota de modernidad o autoridad, o las lenguas locales, en concreto el twi, que se resisten a desaparecer y no dejan de teñir el inglés. Un juego lingüístico que de traducirse el libro íntegramente, aplanándolo, se perdería. «Es una demostración de poder dirigirte a alguien en una lengua que no es su lengua cotidiana», dice Nii Ayikwei Parkes. Aunque la opción de mantener en twi o inglés las palabras que denotan alguna de estas dos posiciones, la de la lengua dominante y la lengua resistente, hace el texto de lectura más rica pero más ardua, con el glosario final como una herramienta imprescindible.