Todos tenemos derecho a intentar ser felices. También los excluidos, los que no encajan en una sociedad que presume de perfecta. Bajo esta premisa, el director italiano Paolo Virzì (Todo el santo día, La prima cosa bella) combina comedia y drama para contar la historia de dos mujeres ingresadas en un curiosa y amable institución mental en la Toscana.

Ambas protagonistas quieren vivir su vida. Una (Valeria Bruni) ansía tener la grandeza económica y social que tuvo antaño. La otra (Micaela Ramazzotti) quiere saldar deudas con un oscuro pasado familiar. Cada una tiene su propio infierno personal, pero juntas consiguen una química que traspasa la gran pantalla. Locas de alegría -qué conquistó la Espiga de oro y el premio del público en la última Semana de Cine Internacional de Valladolid (Seminci)- se estrena hoy España tras arrasar la taquilla de Italia.

«España es el país número 45 donde estrenamos la película. Y parece que en todas partes han cogido cariño a nuestras protagonistas. Creo que el secreto está en haber sabido juntar risas y alguna lágrima. Hemos conseguido un filme que desprende energía porque, entre otras razones, la compenetración entre las dos actrices principales es mágica». Así lo afirma Virzì a su paso por Madrid, ciudad a la que viajó acompañado de su mujer (Ramazzotti).

El director y la actriz son como la película, un torbellino vital. Solo tuercen el gesto cuando alguien compara Locas de alegría con Thelma & Louise. «No se lo digáis a Ridley Scott, pero creo que su película es falsamente feminista», bromea el cineasta, que niega ningún punto de unión con la cinta de 1991 (la historia de dos mujeres buscando su hueco en el mundo). «No. No. No. Mi fuente de inspiración no ha sido Thelma & Louise sino más bien don Quijote y Sancho Panza o Alguien voló sobre el nido del cuco».

Al cineasta italiano -al que le encanta dibujar en una servilleta a los periodistas que le entrevistan- le atraen mucho las enfermedades mentales. Quiere romper tabús. «Los locos nos dan miedo porque no les conocemos. Creo que son personas frágiles que necesitan cariño y comprensión. Y una mirada de normalidad», afirma. Antes de rodar, el equipo de la película estuvo visitando varias instituciones mentales italianas. Muchos de los personajes que aparecen en la cinta son, de hecho, tanto médicos como enfermos reales. «He querido rendir un homenaje a todos ellos», insiste. Por eso, las internas de Locas de alegría se dedican a la jardinería y el teatro. «Un psiquiatra muy moderno nos contó que ambas actividades sientan muy bien a este tipo de pacientes».

Ramazzotti añade que es muy fácil colgar la etiqueta de «loco». Pero en realidad cualquier persona es susceptible de tener problemas, de que se le oscurezca el alma, de caer en la depresión. Su personaje tiene, de hecho, una profunda depresión. El espectador de la película solo sabe que la mujer tiene un hijo pequeño. Nada más. A lo largo del metraje irá descubriendo qué le pasó, algo muy grave, algo aterrador. «La vida de todo el mundo son olas. Y a veces te va bien y eres feliz. Y otras, no tanto. Por eso tenemos que dejar de ser hipócritas en cuanto a las enfermedades mentales», añade la actriz, que tiene dos hijos junto a Virzì y que comprende perfectamente el calvario que atraviesa su personaje.

Virzì espera que Locas de alegría tenga en España la misma buena acogida que está teniendo en los otros países. Motivos no faltan. Es una película luminosa que rezuma emoción en cada escena.