La convocatoria de ayudas para la investigación en el patrimonio cultural aragonés y las de las residencias artísticas de los últimos dos ejercicios (2016 y 2017) no llegaron a buen puerto y ni un año ni un otro se llegaron a pagar por el Gobierno de Aragón, algo que ha causado «perplejidad» en algunas asociaciones beneficiarias de las mismas y un gran malestar ya que, «al final, son trabajos en beneficio de todos que no se han podido realizar».

Una situación que asume el Gobierno de Aragón que explica, en palabras de su director general de Cultura, Nacho Escuín, «que este hecho es achacable a dificultades administrativas» y nunca «a una falta de voluntad por pagarlas, de hecho es una línea que creamos nosotros, ¿cómo no vamos a querer pagarla?», dice el director general que reconoce que «en el 2016 no se pudieron pagar y en el 2017 ni siquiera se llegaron a publicar las resoluciones».

Según explica el propio director general, «crear una nueva línea de ayudas exige una serie de pasos administrativos y de fiscalización que son largos y a veces hasta desesperantes. En el 2016 cuando ya se había fallado la resolución, el cierre de presupuesto por el elevado déficit nos impidió completar el proceso porque Intervención cerró la caja». Algo que provocó que el proceso se diera como no completada y como «oficialmente inexistente por lo que para el 2017 hubo que empezar todo de cero. Eso hicimos pero se aprobaron los presupuestos muy tarde, el 15 de mayo, y no nos dio tiempo ni siquiera a que se resolviera el concurso», dice Nacho Escuín.

Algunas de las asociaciones critican que en el 2016 se les dieron largas y les dijeron que «al final se pagarían las ayudas y nunca llegaron». En ese sentido, Escuín, matiza «que no es del todo así. Como compensación los que habían iniciado el proceso y nos pudieron justificar los trabajos con facturas, se les pagaron fuera de esa línea de ayudas pero recibieron el dinero. Sin factura no se pudo pagar nada, claro...».

Las del 2018 se acaban de publicar en el BOA (con una partida de 130.000 euros) y estas «se van a fallar y se van a pagar sin ninguna duda. Va a ser el primer año que vamos a poder ejecutarlas por fin».

«Hay que dejar claro -señala Escuín- que son presupuestos nominativos y que el que no las pudiéramos pagar no es que ese dinero lo utilizáramos en otra parte de esta dirección general sino que se perdió para nuestro departamento. ¿Qué más quisiera yo que se hubiera podido ejecutar toda la totalidad del presupuesto de mi departamento», concluye el director general Nacho Escuín.