--¿Cómo va a ser el concierto de Zaragoza?

--Es el resultado del trabajo de un grupo de voces que ha trabajado con Carlos Mena y conmigo en un proyecto en torno a los madrigales de Claudio Monteverdi. Es una obra poco conocida para el público pero marca un antes y un después en el desarrollo de la música occidental. Los cantantes son jóvenes pero con una carrera.

--Su grupo Al Ayre Español, del que es fundador, ha actuado en las salas más prestigiosas del mundo, ¿con cuál se queda?

--Hemos llevado el nombre de Zaragoza con mucho orgullo por muchos sitios. Si tengo que destacar uno yo creo que la Filarmónica de Berlín fue francamente muy emocionante.

--¿Nota que la gente muestra interés por la música clásica?

--Yo creo que el público que acude a los conciertos de música clásica es numerosísimo. La iglesia de Santa Isabel, donde vamos a actuar, siempre se llena a rebosar. Yo pienso que es un buen momento para la música clásica, que tiene mucho público muy entusiasta que va buscando cosas nuevas.

--Y usted, al elegir instrumento, se decantó por el clave.

--Yo venía de escuchar los Beatles. Pero un día, escuché El mesías de Händel y me quedé tan fascinado con aquello que decidí entregar mi vida a la interpretación de todas estas músicas del pasado. Tuve que pasar por el piano porque te obligaban, pero mi gran ilusión era interpretar música con el clavecín, que era el instrumento rey de la música hasta el siglo XIX.

--Como especialista en música antigua, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención de ella?

--El terreno experimental que ofrecía al intérprete. Cuando se estudia la música en los conservatorios, hay una tendencia a una estandarización del repertorio, de estar rodeado siempre de los mismos compositores y de utilizar prácticas interpretativas ya muy conocidas. La música antigua ofrecía conocer a autores de muchísima calidad que se interpretaban menos. Además ofrecía una forma de interpretar completamente distinta a la que normalmente se usa en una orquesta sinfónica. Incluso ellas, tienen curiosidad y nos invitan a directores especialistas para hacer que sus músicos aprendan otras formas.

--Al Ayre Español lleva 26 años en activo pero, ¿cómo fueron los comienzos?

--Tuvimos cierto duende. El grupo lo fundé en Holanda mientras estudiaba. Era un amalgama de músicos españoles y extranjeros y esto ayudó mucho. Nació no solo con el objetivo de hacer música en Zaragoza, sino para llevar la música aragonesa a todo el mundo.

--¿Cree que hay que reinterpretar la música antigua para que sea atractiva para el público actual?

--En ese sentido no me considero un arqueólogo. Lo que busco delante del público es interpretar música que en su momento emocionó a un público determinado y volverles a emocionar con la misma música. Si la música no transmite emoción y hace que el oyente salga del concierto distinto a como ha entrado, no hemos conseguido nada en el concierto. La música antigua no es algo rancio, es algo vivo, son composiciones de la máxima calidad y era la música moderna de su momento. La gente se emocionaba por las mismas cosas que nos emocionamos hoy en día, lo que pasa es que usaban otros recursos.

--¿Qué es lo que mantiene viva a la música antigua?

--Yo creo que vive bien, con muchas dificultades, pero no somos los únicos que las tenemos. Pero yo creo que con un poco de imaginación, y sobre todo con una aspiración de no depender exclusivamente del mercado español, el futuro está lleno de compromisos. La música antigua está en un momento muy saludable.