Cuando Fernando Tejero se enteró de que José Mota iba a ser su compañero, y protagonista, en la película La chispa de la vida, se preguntó "¿y de verdad podrá hacerlo?". En realidad, no dudó más de dos segundos porque "aquel hombre de las mil caras ya había demostrado que era buen actor". Así explicaba ayer el actor, en el ciclo de La buena estrella de la Universidad de Zaragoza, cómo empezó aquel viaje en común guiados del cineasta Alex de la Iglesia.

Por su parte, José Mota se enfrentó a este personaje, que rompe todos con sus registros anteriores, con mucha ilusión: "Esta profesión es un aprendizaje continuo y esa es la chispa de todo esto". Así, reconoció que le apetecía muchísimo enfrentarse a este papel porque "tras pasar un año personal convulso, quería sentir esas emociones y escarbar en mí, para poder transmitirlo al público". Además añadió que el camino fue fácil gracias a de la Iglesia "que tenía muy claro desde el principio lo que quiere contar".

Respecto al trabajo juntos Tejero señaló que Mota le ha aportado "las ganas de seguir en esto por su pasión y su profesionalidad". La química entre ambos surgió de tal forma que aseguran que van a volver a trabajar juntos más veces y "ya hay planteado algún proyecto televisivo en común".