La inocencia de la primera película no la tiene», sostiene Fernando Franco al hablar sobre Morir, su segundo trabajo, que es estrenó el viernes y que ayer protagonizó una nueva sesión de La buena estrella en el Paraninfo. Con esta cinta estaba «más curtido», pero no la considera ni más ni menos arriesgada que La herida, su debut en el largometraje, sino «al mismo nivel». Lo que sí tiene claro, es que uno tiene que hacer una película como si «fuese la primera y como si fuera la última», por eso, hay «que poner toda la carne en el asador».

Y eso es lo que ha hecho en este Morir, que protagonizan Marian Álvarez y Andrés Gertrudix (acompañó a Franco en su visita a Zaragoza), una cinta «complicada» que gira en torno a una pareja, cuyas vidas se ven paralizadas por la irrupción de una enfermedad terminal que viene acompañada de culpa, mentiras y miedo, poniendo así a prueba la estabilidad y el amor. «El cine no tiene que ser solo consumo y entretenimiento, sino tiene que ser visceral, que no te deje tibio», aseguró el realizador, quien no tuvo reparos en afirmar que hace «el cine que vería como potencial espectador».

Si en La herida, la protagonista -también Álvarez- sufría un trastorno mental, aquí es una enfermedad terminal (en este caso es él el que la padece) la que provoca un cambio en la vida de los protagonistas, pero no se trata de «un melodrama, sino que trata la muerte de forma frontal, realista y descarnada, porque no me interesa el dolor por el dolor si no lo que está debajo de la alfombra».

ADAPTACIÓN LIBRE / Morir se inspira en la novela de Arthur Schnitzler, aunque Fernando Franco quería «respetar» el libro pero «sin la voz en off» que aparece en el libro. El personaje que interpreta Gertrúdix es un ser egocéntrico, al igual que en la novela, que «consigue contaminar a la persona que le cuida», ya que se encierra en sí mismo, sin querer hablar de lo que padece. «Esta tipología no es tan rara», reconoce el director, sino que el dolor es el que se cuela por las fisuras de la relación.

Para el actor, es «importante no juzgar, aunque igual no es muy popular. Desde que se enclaustra, intenta mantener lo que le gusta sin que la enfermedad le soprepase, pero al final le atropella».

Desde el primer momento, Franco pensó en la pareja protagonista (lo son también en la vida real). Ellos confiaron en «su método de trabajo» y sabían que «nos iba a pedir todo». El director reconoce que sin Álvarez y Gertrúdix «la película sería diferente. Son dos actores que me gustan» y pensaba que sería «más fácil», pero aún así estuvieron seis meses de ensayos para interpretar a la pareja. Álvarez no estuvo en La buena estrella, pero es fundamental en la cinta. Franco destaca de ella su mirada, «que concentra emociones y carga con el peso del diálogo que no existe» y que «la veo en la pantalla como una persona / personaje que vive no como un actor que hace como que...». Andrés Gertrúdix (protagonizó Abstenerse agencias, de Gaizka Urresti), por su parte, dijo que la actriz «tiene mucha verdad y creo que es una actriz con la que es muy fácil empatizar».