Con el objetivo de rendir homenaje a las verdaderas heroínas del cine del destape, la Casa de la Mujer de Zaragoza organizó ayer la proyección de la película Los años desnudos, de Dunia Ayaso y Félix Sabroso. Una crónica del destape desde la perspectiva contemporánea a la que siguió la mesa redonda presidida por la escritora del libro Daniela Astor y la caja negra, Marta Sanz; y la actriz Fiorella Faltoyano, protagonista de Asignatura pendiente de José Luis Garci.

«En el destape hubo dos tipos de actrices, aquellas que se desnudaron de forma eventual para una película concreta y las verdaderas actrices del destape, me alegro de poder decir que yo pertenecí al primer grupo» comentó Faltoyano durante una mesa redonda que estuvo marcada por duras críticas hacia la «falsa libertad» que se vivió en España durante los años 70. «No fue una etapa de liberación ni para el cine ni para la mujer, fue un cine machista que solo buscaba contestar a los deseos más inconfesables de los hombres» comentó la actriz, que dijo entender «perfectamente» las críticas que sus películas realizadas durante aquel periodo pudieron recibir. «Enseñar el sexo femenino no supone ninguna libertad» aseveró Faltoyano.

La actriz se refería de este modo tan crítico a su etapa de actriz en los 70, un periodo al que Faltoyano se refirió como «una época de guiones malísimos, costes ínfimos y directores terroríficos», y de la cual intentó huir en todo momento optando por la televisión como medio más íntegro. «Desde el primer momento opte por la televisión ya que no me motivaba para nada salir en bragas y sujetador mientras Alfredo Landa me perseguía por un pasillo», indicó la actriz, que se negó a mostrarse desnuda en repetidas ocasiones durante los años 70 tanto en el cine como en revistas. «A raíz de Colorín Colorado me surgió la oportunidad de participar en películas en las que se precisaban desnudos, pero siempre justificados en el guión, de modo que finalmente acabé realizando mi primer desnudo a los 27 años en Asignatura Pendiente, fue una experiencia negativa, no tanto por el tema moral, sino por una manía mía, tenía bastante pudor estético» comentó la veterana actriz, que comentó que si bien esas escenas no le convencían del todo, distaban mucho del plantemiento chapucero de otras producciones acometidas en el auge del destape.

ESPERANZA Y MIEDO

Por otro lado, Sanz quiso alabar la figura de Faltoyano, de quien dijo «no fue una musa de la transición, y menos mal que no lo fue porque fue mucho más». La escritora, que en su libro Daniela Astor y la caja negra adopta el punto de vista de una niña casi adolescente que transita el mundo del destape, dedicó duras críticas al cine de la época. «El país estaba pasando por una especie de pubertad, había esperanza sí, pero también mucho miedo; recuerdo que mi abuela nos insistía en que estuviésemos preparadas para quemar nuestros libros de Marx en cuanto un militar asomase por nuestra puerta» indicó Sanz.

Asimismo, la escritora suscribió la clasificación de actrices propuesta por Faltoyano, e hizo hincapié en las contradicciones morales de la época. «Vimos desnuda a Marisol, la niña cantadora del franquismo en lo que creímos que era un golpe definitivo al nacional-catolicismo, pero fue una ilusión, porque seguíamos sin poder abortar y sin tener el control sobre nuestro propio cuerpo, no hacíamos sino reproducir unos hábitos completamente machistas» indicó la escritora, que indicó que el tema capital de la herencia de la transición en la actualidad era preguntarse «por qué deseamos lo que deseamos y ser críticas respecto a por qué hacemos las cosas con el objetivo de identificar la cultura machista».