-Hace un año casi abrió su gira de ‘Me mata si me necesitas’ en Zaragoza y ahora vuelve en el tramo final de la misma, ¿es el cierre de un círculo?

-Hemos tenido un gran viaje con este disco. En esta segunda vuelta estamos cambiando algunas cosas y pese a que el último disco sigue teniendo una parte importante en el show, estamos intentando tocar otras canciones y cambiar un poco el repertorio respecto a la primera visita. Las canciones siguen creciendo en comparación a cómo estaban cuando empezamos a tocar cuando vinimos ya a la sala Oasis en el segundo día de Nina con nosotros. También ella ha cogido más protagonismo de forma natural desde aquel día.

-¿Hacia dónde han evolucionado esas canciones? ¿Han llevado el camino esperado por Quique González?

-Yo tengo una pequeña obsesión con que las canciones se mantengan vivas cuando las estés tocando. A diferencia de los discos que grabé en Nashville, que luego tuve que armar una banda en España para salir de gira, estas al haberlas grabado con la banda con la que estamos en gira, las canciones han ido creciendo a medida que se van tocando. Cuando grabas el disco, en realidad, las has tocado muy pocas veces, en los ensayos y en la preparación del estudio, pero luego las tocas 60 u 80 veces en directo. Y eso provoca que las canciones descubran aristas que no tienen en la grabación del disco, finales distintos, que son reflejos también de los diferentes puntos de vista de la gente que verá como a algunas canciones se les ha añadido partes más pequeñas y me gusta esa idea de que las canciones estén vivas.

-¿Uno se cansa de sus canciones?

-Cuando me empiezo a cansar de algunas canciones las cambio por otras. Cuando veo que ya no son frescas o que no nos emociona, intento sustituirlas por otras. Es una forma de respeto por ti y también por el público. No me gusta tener la sensación de hacer lo que hago con el piloto automático encendido como si estuviera fichando. El encanto de este oficio es seguir emocionándote con las canciones que se tocas y cuando suena cansada o yo mismo me he cansado de ella, la dejo unos meses en el banquillo y saco otra que está calentando.

-Su propuesta musical ha ido ganando adeptos con el tiempo, ¿es ese respeto hacia la música la clave de su buen momento actual en cuanto al público?

-Espero que sí, que se deba al respeto a la música y a la gente que paga una entrada por verte o compra un disco tuyo. Para mí, son nuestros jefes y mi obligación es hacer el mejor concierto de mi vida esa noche y tratar de hacer las mejores canciones y el mejor disco que he hecho hasta ahora. A veces lo conseguirás y otras no estarás suficientemente inspirado pero esa intención y ese respeto por la gente que viene es lo que me ha situado donde estoy para bien y para mal. No he intentado gustar a todo el mundo pero sí mantener un diálogo con la gente que ha venido a mis conciertos desde el principio a través de mis canciones.

-Hace un año, me regaló el titular de que estaba más disfrutón que sufridor, ¿sigue en ese estado?

-Sí. Es cuestión de la banda y el show, es emocionante tocar con la gente que toco y tener la buena onda y camaradería un año y pico después de comenzar la gira y como continuación de la gira anterior. Siguen pasando cosas en el escenario que no te esperas. Todavía me doy la vuelta 20 veces por concierto con alguna genialidad de alguno de mi banda. Hay mucho respeto entre nosotros y entre nuestros técnicos que nos lo ponen muy fácil para salir a tocar y tener ese rollón disfrutón. Lo más importante de la semana son las dos horas que estoy tocando o las cuatro si toco dos días y pasar ese tiempo con esta gente, me hacen volar y soy feliz, es lo que más me importa en la vida.

-¿Qué ha aportado Nina a la gira?

-Mira, justo se incorporó el fin de semana que tocamos por primera vez en esta gira en Zaragoza. Vino sin ensayar, aprendiéndose los temas ella por su cuenta y ya tuvo la valentía de tocar una canción suya, Volver, en directo y, desde ese día, nos ha hecho mejores a todos y no solo a nivel técnico y artístico. Algunos de los mejores momentos del concierto para mí coinciden cuando ella tiene el protagonismo. Es la más joven de todos y la última en subirse a un barco de unos tíos cuarentones con barriga tocando canciones de la vieja escuela y eso nos ha dado aire fresco. Es una maravilla tocar con ella y hablo por mí y por la banda.

-Nunca se olvida de parar en Zaragoza…

-Me encanta. He presentado todos los discos desde Personal en Zaragoza. Recuerdo mucho tocar en La casa del loco, me encontré el otro día a Chema (Fernández) en Barcelona con el que nos hemos visto en mil aventuras. Tengo muchos amigos, es inevitable la referencia a Enrique que nos ha tratado espectacularmente bien siempre, su gente, sus músicos... Además, la Oasis es de mis sitios favoritos para tocar, es de mis cinco salas favoritas. Me gusta muchísimo.

-El público de Zaragoza tiene fama de exigente, ¿le da esa sensación?

-Nunca he tenido ningún problema con él y, además, el público tiene que ser exigente. La gente paga una entrada por verte y se lo está quitando de otras cosas y tienes que darle algo bueno durante esas dos horas. La exigencia conlleva un respeto por lo que haces y por lo que ves. Siempre me he sentido muy bien con el público que ha venido a vernos a Zaragoza.