El IAACC Pablo Serrano inaugura esta tarde (19 horas) la exposición Pablo Serrano 1908-1985. La colección, una re-visión, nueva mirada y presentación de los fondos de la colección estable del instituto. Desde hoy, se exponen de manera integrada un total de 95 obras de las cuales 66 son esculturas que se acompañan de dibujos, obra gráfica y documentos procedentes del archivo personal de Serrano que custodia el centro. El diálogo de la escultura con el documento y el dibujo permite acercar al espectador mejor a la obra y comprender el pensamiento del artista de Crivillén. En este contexto, la exhibición recorre toda la trayectoria creativa de Serrano desde 1957, cuando fija su residencia en España tras su estancia iberoamericana y presenta sus Hierros, hasta las últimas producciones que concluyen con la que será su última serie, La guitarra y el cubismo. A la inauguración de esta tarde está previsto que acompañe a la consejera de Cultura, Dolores Serrat; la nuera de Pablo Serrano, Susana Spadoni, quien tuvo malas relaciones con el anterior gobierno socialista.

POLIFACÉTICO Serrano era un artista polifacético, que disfrutaba trabajando la materia y plasmaba su filosofía de vida en sus esculturas y dibujos. Adoptó gran variedad de estilos y tendencias a lo largo de su trayectoria artística. En sus primeros años en España presenta los Hierros, esculturas en las que ordena material de desecho (hierros, clavos, mallas metálicas-) que encuentra o recoge en escombreras y desguaces y que agrupa en el espacio creando formas abstractas, utilizando la técnica del ensamblaje.

Poco tiempo después, Serrano reflexiona en torno a otro tema fundamental, el espacio. Parte del espacio ocupado para llegar al espacio vacío en esculturas que recuerdan la presencia de aquello que ya no existe, es decir liberadas de su cuerpo físico. Estas obras --Ritmos en el espacio y Quema del objeto-- están marcadas por el vacío, por la nada que se ha generado a partir de gestos en el aire o del fuego en el interior del cubo. El vacío que ha logrado en sus series anteriores se convierte en "refugio de soledad e intimidad del hombre". De su preocupación por dar cobijo al individuo surgen los Hombres bóveda, seres de exterior monstruoso y deforme que cobijan un interior brillante. Un hombre y dos espacios, comunicados a través de una puerta tamizada como una esperanza.

Para Serrano, el hombre vence su inseguridad mediante la comunicación. Son piezas compuestas por dos masas, que se ajustan como un puzzle y al juntarlas forman una. Su último trabajo que desarrolla poco antes de morir, es la interpretación de las guitarras de los cuadros de Picasso. En La guitarra y el cubismo juega con la descomposición de las formas, tal y, como dice Serrano, "el cubismo nos da la pauta: destruir para construir".