Tiene nombre de detective, pero no lo es, ya que estudió Biología en la Universidad de Murcia. Sin embargo, Jerónimo Tristante es el creador de Víctor Ros y ahora de Isabel Amat, un ama de casa que quiere desentrañar un triple asesinato en Nunca es tarde (Algaida), por la que ganó el Premio de novela Ateneo de Sevilla. Además, el sábado participó en Villanoir, el Encuentro Pirenaico de Género Negro de Villanúa

-¿Qué supone este reconocimiento?

-Es un acicate porque es un premio muy prestigioso. No me había presentado nunca a un premio literario y mis amigos se reían de mí porque mi hija tiene tres y yo ninguno. Un reconocimiento así supone que haya personas que nunca se habían planteado leerte lo hagan.

-‘Nunca es tarde’ para resolver unos crímenes ni para cambiar de vida.

-No, no lo es. En esta novela también me reinvento, como la protagonista. Todo lo que hago siempre está ambientado en otra época, y esta en la época actual; la protagonista es una mujer, que hasta ahora no había podido hacerlo. Creo que nunca es tarde, como le pasa a Isabel Amat, que se tiene que resetear y reinventarse de nuevo, y lo hace gracias a la investigación de unos crímenes.

-Decía que no había podido escribir sobre una protagonista femenina. ¿A qué se refiere?

-Todas las novelas que he escrito estaban ambientadas en otra época, en las que el papel de la mujer por desgracia era totalmente secundario. Yo no puedo poner a una policía como Víctor Ros en el siglo XIX porque no había mujeres policías, ni mujeres templarias, no puedo poner a una protagonista combatiendo en la División azul, porque no había mujeres. Y ahora que me he venido a la época actual, pues he podido hacerlo.

-¿Y por qué también esa traslación a la época actual?

-Esta es una historia que se me ocurrió hace tiempo y que comenzó como un guion. A raíz de la experiencia televisiva, pensé en aprender a hacer guiones, pero enseguida me aburrí porque el guion es muy técnico… Cuando hace dos veranos me vi con un hueco, me puse a ello. Tengo dos novelas ambientadas en la actualidad de cuando empecé pero no las he publicado.

-¿Le ha sido más fácil escribirla?

-Sí, claro. Cuando iba a los congresos, oía a mis amigos hablar de sus novelas y yo pensaba que para escribir una me pego año y medio documentándome sobre una época o una ciudad. Y aquí, empezar a escribir y contar solo la historia es muy divertido. Te sientes más cómodo, fluye la historia y en la lectura se nota.

-Isabel Amat, la protagonista, no es el prototipo de heroína.

-Es un ama de casa que sacrificó su vida por un tío que no merece la pena, sus hijos ya son mayores y decide dar al traste con un matrimonio no feliz. Haciendo un álbum de recortes para sus hijos, se encuentra con unos crímenes que tuvieron lugar hace 43 años y halla paralelismos con la desaparición de una niña en la época actual. ¿Por qué utilizo este recurso? Porque es más fácil empatizar con un personaje así y vivir su aventura. La novela policiaca no deja de ser un juego, en el que el lector juega a ser detective, y cuanto más empatice con el protagonista, mejor.

-Los crímenes suceden en El Valle, en el Pirineo aragonés.

-Es una localidad que me inventé. Primero la ubiqué en Oregón, porque me seduce mucho. Luego la traje a España y pensé en Aragón porque conozco el Pirineo. Me venía bien la ubicación y me inventé El Valle. Es un poco Benasque, pero un poco más grande, porque necesitaba algunas cosas de una localidad más grande. Benasque ya ha aparecido en dos de mis novelas. Representa esas localidades pirenaicas en las que hasta hace 100 años era muy duro vivir y a raíz del esquí y el turismo se han reinventado.

-Además de crímenes, en ‘Nunca es tarde’ está la sombra de la corrupción. ¿El poder corrompe?

-Sí. Y supongo que en España más. Vengo del Levante español. En Levante, Valencia y Murcia tenemos unas tramas tremendísimas, en las que hay una comunión entre cierto partido político y el mundo empresarial, donde no sabes donde acaba el partido y empiezan las empresas. Eso ha generado una red clientelar tremenda.

-¿La realidad supera a la ficción?

-A veces no, siempre. Las cosas que me invento, que son tremendas, entran perfectamente y pongo cosas que son reales y la gente dice: «joer cómo te has pasado».

-Todos los personajes tienen una historia detrás.

-Ten en cuenta que la novela policiaca goza del favor del gran público porque es muy lúdica, permite contar cosas que en otras novelas parecerían muy duras. Es una novela muy matemática, en la que todo tiene que cuadrar; y otra característica es que es una novela de personajes. A fin de cuentas estamos jugando a descubrir un misterio y los personajes tienen que estar muy bien descritos psicológicamente.

-Comenzó como un guion. ¿Llegará a la TV, como Víctor Ros?

-No lo sé, la novela se publicó en noviembre y contacté con productoras. Yo veo claramente una miniserie de ocho capítulos, pero estas cosas son muy lentas.

-¿Isabel resolverá otros casos?

-No lo he pensado. Me ocurre con otras novelas, pero no puedo hacer una serie con todas las novelas que escribo. De momento no me lo he planteado, mi idea es que sea una novela autoconclusiva, pero si se me ocurre una trama chula en la que puedan estar ella y Enar, el noruego...

-Estuvo en Villanoir para hablar de literatura negra y rural. ¿Ponemos demasiados adjetivos?

-Que exista un género es una necesidad del editor y del librero o incluso del periodista porque hay que ubicarla. La novela policiaca es un género muy vivo que está continuamente reinventándose. Al final lo que hay siempre es un misterio, las ganas de saber es lo que mueve al lector a seguir leyendo.