Diecisiete años después de su primera actuación en Pirineos Sur (ese concierto fue también su estreno absoluto en España), Goran Bregovic, maestro de ceremonias de una imaginaria orquesta de bodas y funerales, el gran fagocitador de las músicas que en los Balcanes han sido y son, volvió el viernes al festival para revalidar el éxito de antaño, certificar que sigue siendo el rey de la verbena y dejar claro que está más por la continuidad que por el riesgo. A estas alturas de su carrera, nadie le discute que su repertorio, propio o apropiado, abrió el camino para la gran explosión de bandas balcánicas, y que sus composiciones para las bandas sonoras de las películas de Emir Kusturica son todo un referente de la música popular del siglo XX. El resto es jolgorio. Ese que tan buenos resultados le da y que sigue entusiasmando a un público que tal vez ha llegado tarde a sus propuestas y que por eso las recibe con el ansia que tiene un neófito.

Con una banda mucho más reducida que en su visita anterior, pero sonando como un cañón gracias a una concepción muy rockera del sonido (y a los sampleos pertinentes), Goran llegó a Lanuza con las piezas de Champagne For Gypsies, su disco más reciente, donde cuenta con colaboraciones como las de Gipsy Kings, Florin Salam y Gogol Bordelo, y algunas de las canciones más floridas de su repertorio habitual, además de una procedente de su ópera Karmen (With A Happy End). Del mencionado álbum sonaron cosas la composicion que le da título, Hopa Cupa, Presidente, Quantum Utopia, Balkaneros, Unca Boogie Woogie, Bella Ciao...

Toda una demostración de que Goran no pierde ni en lejía, aunque a sus seguidores primigenios les parezca su oferta actual les parezca agua estancada. No pierde el tiempo porque ahora bebe sin complejos de apuestas como el turbofolk y el manele, y las búsquedas de artistas como Shantel (Gas, Gas, Gas, del disco Sljivovica & Champagne), por ejemplo. A la vez, con temas como Yeremia (también de Sljivovica & Champagne), busca el enlace con celebrados bombazos como Kalashnikov, con el que cerró el concierto.

Ese esperado Kalashnikov, junto con propuestas como Ringe Ringe Raja, un Ederlezi que se le escapó crudo y desafinado a una de las voces búlgaras del grupo, Cajesukarije Cocek, In the Death Car y Mesecina, dio forma al grupo de canciones más antiguas y conocidas. Finalizado el concierto quedó el regusto agridulce de un Goran que transita entre la gloria de su trayectoria pasada y la búsqueda sin rupturas de nuevas aventuras populares.

La noche la abrió una disminuida (por el número de componentes que vimos en el escenario) Fanfara Tirana, que escenificó el encuentro sonoro con Transglobal Underground registrado en el disco Kabatronics. Hay que reconocer que, independientemente del resultado final, conceptualmente el proyecto es interesante por lo que tiene de intento de arropar las raíces balcánicas con la caja de ritmos globalista de Transglobal. Luego están los detalles, claro. Y en este capítulo hay que reflexionar sobre cuál es ahora mismo el sentido de la modernidad de Transglobal, años después de su rompedor modelo sonoro. Seguir tirando de sitar, por ejemplo, no siempre da buenos resultados, además de ser un recurso musical tan clásico como The Beatles; otro tanto ocurre con el universo dancehall, también bastante explotado. No obstante, la colisión/conexión ofrece momentos notables: unos por la fuerza del choque, y otros por la delicadeza del encuentro; en este último aspecto destaca el objetivo de revitalizar la música popular albana del sur (kaba, de ahí el título del disco), de corte melancólico, más novedoso que el aporte de otros colores a la vertiente de esquemas de corte fanfarria. Canciones de Kabatronics como No Guns To The Wedding, Shtojzovalle, Qaj Marò, Tree Beauties y Bring The Bride In, y piezas de la discografía de Transglobal (Take A Tram, Templehead, We Come To Tear Your Wall Down...) armaron un programa con altibajos pero atractivo.

Diriase, tanto por Goran como por Fanfare Tirana, cada uno con sus vainas, que la velada fue claro epítome de la encrucijada en la que se encuentra la música de los Balcanes en su proyección transfronteriza. No es algo negativo; solo, el reflejo de lo que ocurre en el siglo XXI en ese territorio que alguien, equívocamente, bautizó en el siglo pasado como world music.

ARTISTAS Goran Bregovic y Fanfara Tirana Meets Transglobal Underground

FESTIVAL Pirineos Sur

LUGAR Auditorio Natural de Lanuza

FECHA viernes, 31 de julio

ASISTENCIA 2.000 espectadores