Quizá la caída del PP del poder suavice, al menos durante un tiempo, esa sensación de virulencia que refleja Salvaje Oeste (Espasa), la última novela del periodista y escritor Juan Tallón (Ourense, 1975), muy visible en las librerías este verano. El libro es una especie de La hoguera de las vanidades, pero con coordenadas más próximas. Relata los años del corrupto boom económico español, a caballo entre dos siglos, y se detiene cuando el país está a punto de reventar por todas sus costuras. No es muy difícil reconocer al presidente de un poderoso club de fútbol, a una manipuladora alcaldesa conservadora, a un director de diario no menos maquiavélico al que se reconoce por sus coloridos calcetines... Tallón no ha querido jugar a la novela en clave -«Este libro es una obra de ficción. Nada de lo que narra sucedió en la realidad», advierte-, pero es difícil no sumar uno más uno.

-Deja atrás proyectos más literarios para escribir una sátira a lo Tom Wolfe. ¿Lo tenía presente?

-No expresamente, pero uno nunca sabe de qué forma van a aflorar las lecturas que uno hace. Lo que hizo Wolfe para trasladar sus experiencias sobre las élites no era nuevo.

-Las técnicas de Wolfe eran las de trasladar las armas de la literatura al periodismo y viceversa, cuando se trataba de hacer ficción.

-Como él, he querido capturar una época y sus protagonistas. Un tiempo en que llegó al poder una generación de políticos sedientos de éxito y de generar influencias que en seguida fueron capaces de aunar sus intereses políticos con el poder económico, financiero y periodístico. Y cuando los poderes se unen, ya se sabe, empiezan las arbitrariedades, los abusos y la corrupción.

-Emborrona la época, pero está claro que está retratando la era Aznar, previa a la llegada de la crisis. Todos los personajes son identificables.

-Como escritor no trabajas con una asimilación tan sencilla, son más bien una mezcla de referentes reales.

-Pero todo suena a realidad actual.

-Claro, porque no hablo de una época que se haya olvidado. La sensación es que pese a ser situaciones del pasado tenemos la impresión de que todo ocurre en presente y que muchas de las cosas que se relatan en el libro están todavía por llegar.

-Conoce de cerca a los políticos.

-Hice crónica política durante años. Llevé la comunicación de un departamento de la Xunta de Galicia y en una etapa breve escribí discursos e hice un programa electoral.

-¿De qué manera su novela retumba en la actualidad?

-Hemos acuñado la idea de que todas las corrupciones son la misma. Vivimos en un país en que, aunque no hemos tocado fondo, tenemos la sensación de llevar demasiado tiempo instalados en un ocaso total porque durante años nuestros políticos jugaron con el factor tiempo, pensando que si se dejaba correr, sus arbitrariedades iban a caer en una especie de limbo.

-En su novela también reciben los periodistas. ¿Nos lo hemos ganado?

-El deterioro del sector es evidente. Hemos sido testigos de cómo una parte del sector de la comunicación ha sido cómplice del poder político. Eso acaba desgastando, pero no significa que el periodismo haya muerto. Aún hay profesionales que ejercen la profesión con gran dignidad, superando heroicamente estos tiempos difíciles. Todos hemos visto cómo informaciones de medios que creíamos llamados a morir han hecho tambalear a la clase política.

-¿Como gallego conoce bien la corrupción con denominación de origen?

-Allí vivimos un ambiente para generar varias novelas, pero ya no somos una especie particular. El resto de España también ha hecho sus pinitos y ahí tenemos la corrupción mediterránea. Incluso la corrupción de Madrid tiene sus propias características. Somos muy fructíferos en eso. El país entero es un salvaje Oeste. En el mundo occidental, la política suele unirse a los negocios y cuando eso ocurre estamos perdidos.

-Es un relato con mucho suspense.

-Todos los políticos tienen un relato ya escrito. Cada mañana se levantan y tienen un argumentario sobre la mesa que tienen que asumir y defender. Eso es una ficción. Así que, ¿por qué los novelistas no pueden trabajar en ficciones que a su vez se han construido sobre ficciones?