El arte esquemático se solapó en sus inicios con el arte levantino. Este tipo de arte se refiere a una serie de representaciones prehistóricas (sobre todo pintadas y casi siempre rupestres) que aparecen en la Península Ibérica asociadas a las primeras culturas metalúrgicas. La cronología abarca desde el cuarto al primer milenio antes de Cristo, aunque pervivió marginalmente en algunas zonas aisladas durante etapas muy tardías. En el abrigo de Arpán se puede apreciar este tipo de arte y también en el de Mallada, además de en muchos otros del Río Vero.

Su principal característica, y la que le da nombre, es el esquematismo, es decir, un estilo figurativo en el que sólo se representan los fragmentos básicos de cada figura (eliminando todos los demás); además, la representación es tan básica que los elementos gráficos se convierten en meros esbozos, pero sin perder los rasgos mínimos de identificación.

Este arte carece de la capacidad narrativa o temporal aunque contiene numerosas escenas de tipo descriptivo y ha sido definido como una arte esencialmente conceptual. Por otro lado, las representaciones reflejan una sociedad urbanizada y jerarquizada, propia de pueblos con un importante desarrollo. Si bien la figura humana es uno de los motivos más abundantes, no por ello dejan de ser muy simples, fundamentalmente basados en un trazo vertical con brazos.