Los lectores de Juan Marsé están de enhorabuena. El reconocible territorio del autor barcelonés vuelve a desplegarse en su última ficción, Caligrafía de los sueños (Lumen), como los imprescindibles mapas de las novelas de aventuras que leía e imaginaba en su adolescencia. La novela llegará a las librerías el próximo viernes. El quinceañero Ringo (Ringo, como John Wayne en La diligencia), el chico que deambula por las tabernas del barrio de Gracia, escenario de las pequeñas miserias de una posguerra también miserable, es un autorretrato del autor filtrado por la ficción.

Como Ringo, también Marsé, el chico de barrio, trabajó en un taller de joyería y mientras tanto las aventis (las aventuras imaginarias), el cine y las novelas le rescataban de la grisura cotidiana. Como Ringo también Marsé fue adoptado de una forma novelesca --o por lo menos, así se lo contó su madre una y otra vez--. El autor ha tardado muchos años, ahora tiene 78, cuatro baipases y muchas novelas (esta es la número 13) en hacer que esa historia cristalizara. ¿Razón? Un cierto pudor, una inoportunidad.

"No soy consciente de haber tardado años en escribir sobre las circunstancias de mi adopción --asegura el escritor--. Nunca me había interesado lo suficiente como para convertirlo en materia adecuada para fabular. Es más, cualquier sugerencia ajena que me llegaba al respecto, ya que ciertamente el asunto parecía muy novelesco, siempre merecía de mi parte la misma respuesta: demasiado íntimo y personal y además carece de interés. Incluso me resistía a hablar de ello con los amigos, con cualquier persona que mostrara curiosidad".

Más allá de esos sentimientos, persistía una cuestión literaria: "No le encontraba ningún lugar apropiado o significante en mis proyectos, no encajaba en ninguna historia. Y por novelesca que sea una vivencia, si su evocación y recreación no tiene una clara finalidad literaria, no hace falta que lo diga, eso lo sabe cualquier escritor, mejor esperar", dice.

FRUSTRACIÓN Y HEMINGWAY Marsé establece distancias con ese autorretrato juvenil: "Aunque muestra rasgos que serían un trasunto de mi persona, no soy yo en todo lo que hace, piensa o dice, ni mucho menos". Puestos a jugar a las correspondencias, hay dos elementos que sí se ajustan a la realidad: "La frustración del muchacho que quería estudiar piano y solfeo y que se refugia en la lectura de novelas y el primer y juvenil contacto con los relatos de Hemingway, especialmente con Las nieves del Kilimanjaro".

En ese cóctel de invención y realidad --"nada nuevo", según el autor--, saca la nariz un personaje real que ya aparecía en El embrujo de Shanghai, el pintor Josep Maria Sucre. "Vivía en el barrio, no lejos de mi casa, y tuve el gusto de tratarle. ¿Por qué al señor Sucre le concedo identidad real en medio de seres de ficción? (Uno de estos seres inventados es la romántica y cuarentona señora Mir). Me temo que no tengo respuesta. Solo podría decir que necesito que este personaje aparezca entero".

Marsé no escribe para fijar el pasado. "Menudo trabajo. Que lo fijen los historiadores y los sociólogos, los cronistas de lo real, verídico y testimonial. Yo prefiero ocuparme de la imaginación y de los sueños... aunque, claro está, sujetos fatalmente a un país, a una época, a unas vidas anónimas, a gentes, hechos y emociones que las muelas de la Historia han triturado".

¿Qué fue lo qué le llevó a la escritura? O mejor ¿para qué escribe? "Hay mil respuestas, y he leído no pocas la mar de ingeniosas, caprichosas, falsamente modestas o chungas. Quizá la única que para mí tendría algún sentido sería esta: escribo con la única finalidad de encontrar alguna forma de belleza. Esta novela trata precisamente el asunto mediante una experiencia en la formación moral y sentimental del protagonista, en el paso de la infancia a la adolescencia. Quizá la respuesta esté ahí".

A Marsé le llama la atención la recurrencia de periodistas, estudiantes, críticos y colegas a preguntarle por su interés por los años 40 y 50. "¿Cómo es que todavía no han entendido que es allá, en la adolescencia, donde permanecen algunas cosas que podrían ser tal vez las que de veras importan en tu vida? Tampoco hay que ponerse tontamente estupendos. Comprendo el sentido de tantas preguntas de imposible respuesta... Por si sirve de algo, diré que esta novela la han escrito mis demonios personales, y que, aunque es una vuelta a mi territorio y se parece mucho a otras novelas anteriores, en eso, en los demonios, se diferencia de todas" .