"Abandonar tu pueblo no es una mudanza. He visto gente esquivándose unos a otros para que no los vieran llorar", afirma José María Satué, uno de los últimos vecinos de Escartín, una pequeña localidad abandonada del Pirineo oscense, que recuerda en un libro el momento en el que su familia dejó atrás el pueblo.

Esta es una de las historias rurales que figuran en el libro Palabras Mayores, escrito por el periodista Emilio Gancedo (León, 1977) y que "reconcilia al lector con la España más rural y recóndita", según explica el autor, que ayer presentó la obra en la librería Cálamo de Zaragoza.

La tragedia de un pueblo que va perdiendo a sus vecinos hasta quedar vacío es la que vive Satué, quien recuerda cómo hace cinco décadas Escartín era una aldea pirenaica bullente de vida y de historia y de una lengua románica plena de sugestividad y que hoy está abandonada.

Satué recuerda la salida de su familia del pueblo, todos en fila, encabezados por su abuela, y cómo su padre cerró con llave una puerta que siempre estaba abierta, un gesto que el autor ha querido incluir en el libro por reflejar ese acto definitivo de dejar las raíces.

Esta obra, publicada por la editorial Pepitas de Calabaza, narra historias y recuerdos de la generación que vivió la Guerra Civil y la postguerra española y que tuvo que hacer frente a una situación más complicada que la actual crisis económica.

En su obra, Gancedo invita al lector a conocer el medio rural, esa otra parte de España de la que la mayoría de los españoles procede y de la que se habla poco. Es un viaje por las distintas identidades, regiones, lenguas y culturas del país, un "viaje hacia adelante en el espacio pero hacia atrás en la memoria y en el tiempo", apunta este periodista que trabaja en la sección de Cultura del Diario de León.

Y para retratar esos valores y la filosofía de vida de una generación que vivió la Guerra Civil y la postguerra, Gancedo ha entrevistado a ciudadanos de cada región de España. En el caso de Aragón, han sido dos hombres los que han compartido esos recuerdos: José María Satué y Pedro Gimeno, de Almonacid de la Sierra, un jotero, preocupado por la supervivencia del aragonés, convencido de que el mayor problema del país no está en la "incapacidad de sus gobernantes sino en la pasividad de sus ciudadanos". "Parece una frase de catedrático, pero es un hombre que con cinco años estaba cuidando a sus cabras", señala Gancedo.

Fueron capaces de salir adelante porque se ayudaban unos a otros y ésta es en parte la conclusión del libro. Ese bagaje de actitudes y esa filosofía, incluso el humor, de esa generación es lo que Gancedo ha querido plasmar en sus páginas porque cree que "este país no se ha reconciliado todavía con su pasado rural", concluye.