EL TIEMPO AMARILLO

LUGAR Museo Pablo Gargallo

FECHA Hasta el 29 de enero

HORARIO De martes a sábado, de 9.00 a 21.00; domingos, de 9.00 a 14.00 horas

La primera edición de Páginas Amarillas apareció en 1970. La iniciativa, informa Juan Fernández Castaldi, partió de Antonio Barrera de Irimo, presidente de la Compañía Telefónica, que encargó a José Luis Espinosa, conocedor de las técnicas más avanzadas en publicidad que había aprendido durante su estancia en EEUU, la creación de una empresa de publicidad ligada a los servicios de telefonía. Espinosa fue nombrado en 1967 consejero delegado de la recién creada Compañía Publicitaria de Exclusivas Telefónicas, dedicada a la comercialización de los anuncios en las Páginas Amarillas.

Con motivo del cuarenta aniversario de la primera edición, la empresa responsable organizó una exposición de fotografías y un libro distribuido por Lunwerg, con texto de Publio López Mondéjar en el que vuelve a contar por enésima vez la historia de los usos y costumbres de la fotografía española, aunque en esta ocasión de forma muy resumida. A López Mondéjar corresponde también la selección de imágenes que, atenta a su particular visión de la fotografía, ilustra la gran variedad de oficios y empresas que se han anunciado en las Páginas Amarillas. Tarea exenta de cualquier complicación, ya que al parecer se trata de un proyecto en el que todo vale, incluso la fotografía de la mujer de Alfonso lavando la ropa en la cocina de su casa, en el año 1904. Y así hasta hoy. El tirón popular del proyecto, de tenerlo, está en el carácter costumbrista de las copias fotográficas, uniformadas en tamaño y técnica para cubrir una larga itinerancia expositiva sin problemas de conservación. No hay nada que temer; y de ocurrir algo, basta con repetir la imagen.

Del extenso repertorio gráfico de retratos de oficios y empresas, el mayor número de imágenes seleccionadas corresponde a los años anteriores a la primera edición de Páginas Amarillas, por ser las que más interés suscitan al ser testimonios de la historia de España, aunque nunca se publicitaran. Tanto da. Urge entonces preguntar: ¿qué sentido tiene presentar esta muestra publicitaria de una empresa privada, sin ningún valor artístico, sino estrictamente documental, en las salas del Museo Pablo Gargallo? No sirven razones económicas; ni siquiera, como es de suponer, cuando la empresa en cuestión haya corrido con todos los gastos.