Mal deben ver las cosas los taurinos cuando tienen que hacer una declaración pública en defensa de lo propio y buscan el aval de una institución. Y si bien es cierto que el negocio va a menos y se necesitan medidas nuevas para salir adelante, hay que reconocer que la defensa de los toros en las autonomías ha tomado un tinte político de posicionamientos españolistas frente a separatistas y de tradiciones frente antitaurinos difícil de digerir. Ayer, Antonio Suárez, quizá para evitar estas guerras, parecía no querer implicar a la DGA en la defensa de los toros, aunque sí lo hacía él como consejero (¿no es lo mismo?). La ambigüedad para querer dar gusto a todos no es buena para gobernar. Con este tema no se pueden hacer faenas solo de cara al tendido.