Más de un zaragozano recordará aquel títere violinista que tocaba en las calles de la ciudad gracias al sonido que emitía la armónica de su titiritero. Aquel animador escondido detrás de sus muñecos era Jordi Pinar, para muchos «el gran motor que inició en Aragón el mundo de los títeres». Pinar, barcelonés de nacimiento y zaragozano de adopción, falleció el pasado domingo tras sufrir una dura enfermedad que le alejó de las actuaciones y espectáculos en los últimos años.

Jordi Pinar llegó a Zaragoza en el año 1982 y, tras haber aprendido numerosas técnicas junto a Pepe Otal en Barcelona, «trajo a Aragón la vanguardia teatral catalana de animación y teatro de calle», explica su amigo Luis Felipe Alegre. Comenzó trabajando en la Universidad Popular como profesor de zancos y enseguida se rodeó de muchos artistas aragoneses que deseaban aprender de sus habilidades. «Jordi tenía ángel, todo lo que hacía sobre el escenario estaba plagado de magnetismo», cuenta Iñaki Juárez, con el que emprendió una campaña de animación junto al Gobierno de Aragón por más de 300 escuelas unitarias, donde se enseñaba a hacer títeres y realizaban actuaciones. «Era el hombre de los 100 proyectos», cuenta Alegre. «Un tipo emprendedor, siempre con grandes ideas», prosigue Juárez. «Un gran embaucador», añade Elena Millán, una de las pocas aragonesas que continúan realizando la técnica de las marionetas de hilo, que aprendió junto a Pinar. «La primera marioneta que manipulé fue gracias a él, y fue un arlequín en la obra El sueño de Pierrot, con la compañía de teatro Momo. Tras disolverse la compañía en los 90 continuó con diferentes proyectos en solitario. Los últimos 10 años los pasó viajando por España y finalmente entre Barcelona y Zaragoza. Finalmente, sus problemas de personalidad fueron deteriorándole aunque él no perdía la alegría, «allá donde había una guitarra se aseguraba la fiesta», cuentan.

Ahora su recuerdo quedará permanecerá en la historia artística de la región gracias a «su desmesura, ingenio y por las ideas que ha regalado a los que ahora continúan haciendo posible la magia de la animación, el teatro callejero y los títeres».