Sacan ellas de sus galas más refulgentes, y ellos, sus mejores desaliños. El FIZ (Festival Independiente de Zaragoza), en danza desde 16 años, bien merece marcar palmito, aunque las zapatillas de marca queden arruinadas por un calimocho caído accidentalmente y el vestido de brillantes apeste a cerveza al final de la larga noche. Pero el FIZ es el FIZ y no ha aguantado en pie tanto tiempo por nada. En el FIZ se huele a Pilares, se escucha música (más o menos) y se luce todo lo lucible, pues no en vano el acontecimiento ha devenido, más allá del hecho artístico, en una feria indie de las vanidades. A lo zaragozano, pero feria a fin de cuentas, con Love Of Lesbian (el festival debería adoptar a este grupo por sus repetidas visitas) como estrella indiscutible de la velada, cuando menos desde el punto de vista de la respuesta del público (su actuación congregó el mayor número de espectadores), pues desde otras perspectivas los irlandeses The Strypes fueron lo más sobresaliente de la noche.

Los miembros de The Strypes con jóvenes, enérgicos y instrumentistas notables; y pese a configurar una formación básica (voz, guitarra, bajo y batería) la Multiusos no se les quedó grande. Lo suyo es una mezcla de rock de garaje, pub rock, rhytm blues acelerado y maneras punk, Aunque simplificado podríamos decir que lo que The Strypes ofrece es puro blues con un ritmo subido de vueltas que no oculta la fuerza y la profundidad de las canciones. La pieza Smoke Stack Lightnig fue de lo mejor de repertorio que contó también con canciones como Mystery Man, Cruel Brunette, Scumbag City Blues, Still Donna Drive You Home y I Need To Be Your Only (otro pelotazo).

The Strypes tocó después de que Love Of Lesbian desplegara toda su parafernalia escénica para ocultar que su propuesta sonora es una colección de tópicos cosidos con hilo caro. Pero, amigo, tal vez el cronista no entienda como una banda cuyos directos son en general bastante mediocres goce del fervor del público, pero así es. Y aquí se impone, sin juicios de valor, la máxima «quien paga manda». En su recorrido en el FIZ, entre evitables comentarios del cantante de la banda, desplegó un programa armado con canciones como Cuando no me ves, Bajo el volcán, Seres únicos, Allí donde solíamos gritar, 1999, Belice, Psiconautas, IMT...

Como el FIZ dura casi tanto como la última reunión de la Ejecutiva Federal de lo que queda del PSOE hay que contenerse. Así que llegamos a la Multiusos justo a tiempo para escuchar al siempre revulsivo Xoel López, que salió a escena tras Calavera, Belako y Carlos Sad-ness. Xoel es una caña: construye canciones vibrantes y las canta con un sentido arrebatador. En su presentación tal vez sobraba un poco de volumen (la sala en esos momentos no estaba en su pico más concurrido, pero escuchar piezas tan bien desarrolladas como El asaltante de estaciones es una delicia. Hubo más, claro: Patagonia, Hombre de ninguna parte, Todo lo que merezcas, Que no, Tierra, A serea e o mariñeiro, Historia universal, Yo solo quería que me llevaras a bailar, de piedras y arena mojada...

WAS y Digitalism

Ya de madrugada fue el turno de WAS, combo vasco que configura su propuesta con bases de rock, retazos de folclore (utiliza ese instrumento ancestral llamado txalaparta) e imaginería electrónica. No toda su repertorio refulge con igual intensidad, pero facturó momentos de interesantes. Y cerrando el cupo, pasadas las cuatro de la madrugada, antes de que Ocho y Medio DJ’s dibujaran la sesión final, salió al escenario el dúo alemán Digitalism, no sin antes perder un tiempo precioso en poner a punto sus máquinas de trabajo, pues no había probado sonido. La pareja reclama influencias de Daft Punk, pero su hedonismo electrónico es algo redundante; cuando menos así lo mostró el sábado. Junto a temas más conocidos como Pogo, Zdarlight e Idealistic, ofreció canciones de Mirage, su disco mas reciente: Battlecry, Utopia, Destination Breakdown, Go Time...

Y así, queridos fizbers, llegamos al final de la noche. Cuando menos de la mía, que, como diría Borges, viene a ser lo mismo.