Fernando Malo conoce muy bien la Aljafería. De hecho entre 1997 y 1998 realizó 57.000 piezas para los suelos del palacio, reproduciendo como solo él sabe hacerlo las técnicas de la cerámica mudéjar. Ahora, 20 años después de participar en la restauración, regresa para mostrar en una exposición su personal reinterpretación del monumento, del arte que reúne y de su historia. Pasos en la Aljafería es el título de la muestra, que podrá verse hasta el 14 de julio en la sala de Pedro IV, y que es, de alguna forma, un homenaje a este ceramista que, como apuntó la presidenta de las Cortes, Violeta Barba, «forma también parte de la historia del edificio».

Malo presenta medio centenar de piezas de reciente creación en la que se aleja de la recreación del mudéjar, y en las que versiona distintos espacios del palacio, que volvió a recorrer y fotografíar «pues en la Aljafería siempre encuentro cosas nuevas; es es un motivo de inspiración increíble», señaló el autor. Así, explicó que si bien esta muestra lo sitúa en «el Palacio de la alegría», es consciente de que entre sus muros también se vivieron historias menos alegres, como su etapa como prisión de la inquisición. Y son estas vivencias, alegres y tristes, la evolución del edificio desde el palacio musulmán al de los Reyes Católicos y a la actual sede de las Cortes, pero también el paso del tiempo, de los que fueron y no están «pues hubo otros artesanos que trabajaron aquí antes que yo», lo que dio origen al título Pasos en la Aljafería, tan relacionado además con una de sus salas, la de los Pasos perdidos, «que es como la antesala del tiempo, y también hay puertas para pasar de un sitio a otro, y puentes para unirnos o cortar el paso...», contaba el autor.

Para recrear esta experiencia, Malo ha dejado a un lado sus trabajos mudéjares «pues pensé en cambiar radicalmente, darle un aire nuevo a mi trabajo creativo, inspirándome en estos rincones y estos recovecos y haciendo ver que tan importantes como las techumbres son los suelos». Y ciertamente, en sus lienzos de gres y arcillas coloreadas, techos y suelos tienen un mismo peso: «Es pintura cerámica», dice Malo, que en la serie de torreones que presenta se convierte en «cerámica, escultura y pintura·». Porque Fernando Malo tiene claro que «los ceramistas tenemos más ventajas que los pintores; nosotros sabemos que la cerámica es un arte superior, como la pintura y la escultura, pero es la gran desconocida», reivindica.