Si nadie lo remedia, muy pronto la iglesia del Convento de la Consolación de Gotor será un doloroso recuerdo en las gentes de esta localidad de la comarca del Aranda. A pesar de que todo el conjunto conventual (incluido el templo) está declarado Bien de Interés Cultural y que hace unos años se invirtieron en el edificio 268.000 euros a cargo del 1% cultural, la iglesia quedó al margen de la actuación y hoy es casi una ruina a punto de desplomarse.

"Hemos dado la alarma muchas veces, pero ésta vamos a llegar hasta el final, no podemos dejar que se hunda", dice el José Ángel Calvo, alcalde de la localidad. Y es que ya en 2012 desde el ayuntamiento se remitió un informe sobre el estado de esta iglesia barroca a la DGA, en el que también se detallaban las necesidades de actuación más urgentes. "Enviamos un informe y he pedido entrevistas con el director de Patrimonio, Javier, Callizo, pero ni me ha contestado aunque sea para decir que tiene la agenda ocupada", lamenta indignado el alcalde, que asegura que "el pueblo está encendido, pues no entiende que el emblema de Gotor se vaya a caer por la dejadez de esta gente".

José Ángel Calvo explica que él es más joven, "pero todavía hay mucha gente que recuerda haber ido allí a misa, pues el templo se dejó de utilizar hace unos 50 años, por lo que todo lo que ha pasado se ha producido en poco tiempo". El caso es que a raíz de una tormenta que provocó las primeras goteras y grietas la iglesia hubo de abandonarse por el deterioro sufrido. Con el tiempo los daños fueron aumentando. De hecho, apenas queda un tramo de cubierta --el del coro-- y la cúpula correspondiente al crucero, que se ha mantenido gracias a unos apeos que en estos momentos apenas cumplen su función. "En el año 93 la DGA trajo unos andamios para sustentar las bóvedas, entonces la iglesia ya estaba sin cubierta, pero con los años, las lluvias que entran libres y el peso de los propios andamios han rebajado el suelo y los andamios ya no sujetan la bóveda, lo que crea más peligro", explica Calvo.

Ante esta situación, en 2011 se planteó un proyecto con DGA para acometer unas obras urgentes que al menos paliaran la situación: "La idea era poner una cubierta ligera, aunque fuera de chapa, para que al menos no estuviera a la intemperie y unos zunchos alrededor de las bóvedas y los muros para que no se colapsaran". Sin embargo, "el proyecto que presentó la DGA tenía un coste muy alto, de 250.000 euros, y se paralizó, cuando nosotros planteábamos otro por la mitad del coste que hubiese sido asumible". Y así hasta hoy, momento en el que todo el pueblo clama por no perder, al menos, lo que queda. "Si se cae la cúpula central arrastrará los arcos fajones y ya paredes y todo, y todavía, por ejemplo, se mantienen el 50 ó 60 por ciento de las yeserías mudéjares de las bóvedas que no se pueden perder".

CENTRO NEURÁLGICO Más allá de la gran pérdida patrimonial que supondría el derrumbe del templo, otro problema añadido es el peligro que supone para la población, ya que la restauración realizada en la zona conventual ha convertido al edificio (fundado en 1522 y que llegó a tener rango de universidad), en el "centro neurálgico" de la población. "Gracias a esas obra y a la aportación de la DPZ, el convento cuenta con un albergue de 29 plazas, con un restaurante para 40 personas que saca una terraza a la calle y donde va mucha gente; también acoge a la Escuela de Música Tradicional, a la que asisten 70 alumnos, un museo de instrumentos del mundo, un centro de interpretación del propio convento, un centro de interpretación con un jardín dedicado a las cuatro culturas que cuenta con 170 especies diferentes y 700 plantas; y también en sus aledaños se han celebrado dos ediciones del Gotor Dog Party, un concurso de perros internacional que el pasado año atrajo a 5.000 personas", cuenta Calvo, quien precisamente por la gran utilidad que tiene el convento teme que un derrumbe de la iglesia "pueda causar un día una desgracia".