Cinco títulos se disputarán el próximo sábado el premio del cine español más noble, el más deseado: el Goya a la mejor película. Gane el filme que gane, una mujer subirá al estrado de los vencedores y alzará el cabezón. Los premios a la mejor película no van a parar a las manos del director, sino del productor, y este año las cinco cintas candidatas al galardón tienen a una mujer en la producción. Beatriz Bodegas ha levantado ella sola Tarde para la ira. Un monstruo viene a verme es de Telecinco Cinema, pero también lleva la firma de Belén Atienza (Apaches). Que Dios nos perdone es de Tornasol, compañía de Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky. El hombre de las mil caras es una producción de Zeta Cinema, que ha contado con varios socios, entre ellos, Mercedes Gamero (Atresmedia). Y Julieta está producida por Agustín Almodóvar y Esther García (El Deseo).

El poderío femenino de este año en producción es evidente. Tres mujeres y un hombre (una proporción no muy habitual en el cine español) competirán por el Goya a la mejor dirección de producción: Manuela Ocón (El hombre de las mil caras), Pilar Robla (La reina de España), Sandra Hermida (Un monstruo viene a verme) y Carlos Bernases (1898. Los últimos de Filipinas). Pero este dominio contrasta con la escasa presencia de mujeres nominadas en las categorías más importantes (quitando el apartado de interpretación). En la enorme lista solo hay dos nombres femeninos: Nely Reguera, que aspira a conquistar el Goya a la mejor dirección novel con la deliciosa María (y los demás), e Isabel Peña, candidata al premio al mejor guion original por el thriller Que Dios nos perdone. Ni una sola mujer luchará en el apartado de dirección, ni fotografía, ni montaje, ni dirección artística, ni sonido, ni efectos especiales. Por el contrario, sí hay nombres femeninos tanto en diseño de vestuario como en maquillaje y peluquería, donde prácticamente todos los candidatos son candidatas.

MISMAS OPCIONES / La ausencia de mujeres en importantes categorías técnicas y artísticas es chocante, más teniendo en cuenta que las escuelas de cine están llenas de alumnas y que la propia Academia de Cine tiene una junta con bastante paridad, incluida una presidenta, Yvonne Blake, y una vicepresidenta segunda, Nora Navas. «Siempre hay menos cintas dirigidas por mujeres, es una realidad. Por lo tanto, de entrada no tenemos las mismas posibilidades. Ese es el problema. No se trata de que haya mujeres por principio, sino de tener las mismas opciones de llegar a dirigir», afirma Reguera en el número especial de los Goya de la revista oficial de la Academia. «La productora de mi película también es mujer y confió en el proyecto. En mi caso concreto, no he sentido una dificultad mayor. Si la ha habido, no he sido consciente, creo que las dificultades han sido más bien por ser novel», añade.

El año pasado, de las cuatro películas que aspiraban al Goya al mejor filme, dos estaban dirigidas por mujeres: La novia (Paula Ortiz) y Nadie quiere la noche (Isabel Coixet). «Espero que esta paridad no sea un espejismo. Afortunadamente, se ha conseguido una igualdad de oportunidades a la hora de acceder a la formación. Pero el mercado y la industria es salvaje con todo el mundo en general. Y, en particular, con las mujeres. No ha habido una superproducción en España dirigida por mujeres. Isabel Coixet, Icíar Bollain y Gracia Querejeta han abierto brecha, pero me gustaría que la siguiente entrega de Star Wars la dirigiera una mujer. La gente se ríe cuando lo digo», explicaba Paula Ortiz a este diario días antes de la gala, donde, finalmente, el vencedor fue hombre: Cesc Gay (Truman). Solo tres películas dirigidas por mujeres han ganado el máximo galardón en toda la historia de los Goya (la última fue La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, en el 2006).

PROBLEMA COMPLEJO / Juana Macías, directora y vicepresidenta de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas), aplaude el hecho de que en estos Goya haya tantas mujeres en producción. Al fin y al cabo, el productor es el que decide qué películas se hacen. Sin embargo, asegura que la industria española está muy lejos de la paridad. «Hay muchas alumnas que estudian cine o imagen, pero una vez que se alcanza el mundo laboral cuesta llegar a los puestos de mando. El cine es un reflejo de la sociedad. ¿Cuántas mujeres hay en los consejos de administración? ¿Cuántas mujeres dirigen un periódico? Estamos delante de un problema complejo. Ya desde la universidad o la escuela de cine, la alumna puede pensar que lo va a tener más difícil que sus compañeros varones».

Macías (Planes para mañana, Embarazados) deja claro que no hay ninguna traba legal o administrativa que impida alcanzar determinados puestos en la industria del cine. «Se puede llegar, sí. Pero cuesta más». La conciliación con la vida personal (básicamente, los hijos) es uno de los motivos más importantes. «Yo trabajo mucho en publicidad y he ido a reuniones donde algunas mujeres han tenido que llevar a sus hijos y otras no han podido asistir porque estaban enfermos. Eso no suele pasar con los hombres», subraya.

CUOTAS, NO; IMPULSO, SÍ / La vicepresidenta de CIMA reclama apoyo institucional para impulsar la paridad en el cine. «No estamos hablando de cuotas sino de darle un empujón, un plus, a los proyectos donde una mujer esté al mando, ya sea como directora, productora, montadora o directora de fotografía. Hay que visualizar estas profesiones para que las niñas vean que, de mayores, pueden ser todas esas cosas».