Hace unos días, antes de la gala de los Goya, una directora comentaba que cuando le enseñó un guion de una película de terror a un productor, éste le dijo poco menos que era muy interesante pero no mostró mucho más interés. Sin embargo, señaló que todo cambia cuando les propone un drama intimista de mujeres. La cineasta es la aragonesa Paula Ortiz quien con La novia aspiraba el sábado a ganar un Goya en 12 categorías. Finalmente, no pudo convertirse en la cuarta mujer (tras Pilar Miró, Icíar Bollaín e Isabel Coixet) en los 30 años de Goya que recibiera el premio a la Mejor dirección ni que su filme fuera el tercero que, dirigido por una mujer, ganara el cabezón a Mejor película (antes solo lo consiguieron Coixet con La vida secreta de las palabras y Bollaín con Te doy mis ojos).

¿LA GALA DE LA PARIDAD?

Es cierto que, por primera vez optaban a los máximos galardones (Película y Dirección) dos mujeres, Paula Ortiz e Isabel Coixet pero, a la hora de la verdad, la realidad en forma de datos es esclarecedora. De las 90 nominaciones de este año (exceptuando las de actores y actrices), únicamente 26 tenían nombre de mujer, es decir, el 28,88%. Una cifra que, a la hora de entregar los galardones, se redujo hasta un 18,18%. O lo que es lo mismo, solo en cuatro categorías (de las 22 existentes quitando nuevamente las de actores y actrices) se premió el trabajo de mujeres. Y únicamente en dos, Diseño de vestuario (Clara Bilbao por Nadie quiere la noche) y Película europea (Mustang, de Deniz Gamze Ergüven), fueron en solitario. En los otros dos premios, Marta Miró compartió galardón con Andrés Santana en Dirección de producción por Nadie quiere la noche y Sylvie Imbert con Paco Rodríguez H. y Pablo Perona en Maquillaje y peluquería por la misma cinta.

Muy comentada en los días previos a la gala la paridad en la categoría de Mejor película pero viendo el resto de apartados, más allá de este y del de Dirección, únicamente en Dirección de producción (dos), Película de animación (dos), Película iberoamericana (dos), Diseño de vestuario (tres) y Maquillaje y peluquería (cuatro) hubo igual o mayor presencia femenina que masculina. En otras como en Guion original, Música, Dirección de fotografía, Montaje y Sonido no hubo ninguna mujer seleccionada.

Cuando Natalia de Molina recogió el Goya a Mejor actriz por su papel en Techo y comida fue muy explícita: "Este año hemos ganado todas con los personajes que hemos hecho. El cine gana cuando cede más espacio a las mujeres". Una frase que se llevó una gran ovación del auditorio. Y es que la cuestión de género va más allá de que se nominen unas u otras opciones sino de la presencia de las mujeres en las producciones, tal y como señaló la propia Paula Ortiz en las entrevistas previas a los Goya cuando era preguntada por esa paridad: "Hay una generación de mujeres muy preparadas en todas las áreas cinematográficas y, sin embargo, la industria no lo refleja. Estadísticamente sólo hay un 7% de mujeres en dirección cuando en las universidades hay mayoría de ellas y, por ejemplo, ¿por qué para la gran producción anual en España o Hollywood nunca es tenida en cuenta una directora? Muchas de esas superproducciones tienen un público objetivo femenino, entonces dices, '¿por qué se la das a un compañero que no ha demostrado nada?' La industria desconfía pero que quede claro que no es cuestión de los compañeros sino de los directivos. Ningún director nunca desestimaría a actrices de calidad, es arriba de la industria cuando dicen que quieren a la jovencita. Hay mucho camino que recorrer todavía", reivindicó la aragonesa.