Un grupo de niños encuentra la calma mientras ve algo que está fuera de la imagen. La única luz que ilumina la fotografía es la de un proyector que ha montado un voluntario suizo en el campo de Idomeni (Grecia). Es marzo del 2016 y allí está el fotógrafo Manu Brabo para captar la imagen. Corre el mismo mes y, en el mismo lugar, se produce una manifestación contra el cierre de la frontera grecomacedonia. Un refugiado, bajo la incesante lluvia, no deja de corear consignas contra la Unión Europea. Estas son solo dos de las instantáneas, ambas de Manu Brabo, que conforman la exposición Caminos de exilio, en la que imágenes de cinco fotoperiodistas se despliegan durante 80 metros de la Gran Vía zaragozana. La misma fue inaugurada ayer por el alcalde de la ciudad, Pedro Santisteve, acompañado por el consejero cultural de la Embajada de Francia en España, Nicolas Kassianides y la presidenta de las Cortes de Aragón, Violeta Barba. La exposición, que se podrá visitar hasta el 11 de diciembre, está organizada por el Instituto Francés en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza.

Las de Manu Brabo son solo la quinta parte de las imágenes que se pueden ver ya que, junto a su trabajo, también se expone el de Sima Diab, Olivier Jobard, Pierre Marsaut y Giorgios Moutafis. La siria Diab enseña los últimos días de los sirios en la ruta serbohúngara antes de que Hungría sellara su frontera el 15 de septiembre del 2015. Ahí, se pueden ver a dos refugiados increpar a policías húngaros o a una niña sacada de un tren por la ventana en una imagen angustiosa.

Jobard, por su parte, se centra en la huida de Ahmad y Jihan, que se gastaron cerca de 20.000 euros para lograr trasladar a su familia de Siria a Suecia. Su trabajo enseña la dura realidad de los cambios de tren, de los niños que juegan como pueden y de las ansias de libertad: «Prefiero olvidar. Es inútil recordar, no sirve de nada torturarse. Cada vez que Ahmad me dice que vamos a volver a Siria, me río», asegura Jihan en una de las fotografías.

Gracias al griego Moutafis, los zaragozanos podrán descubrir la realidad de la ruta de los Balcanes que lleva cubriendo desde el 2008 encontrándose con afganos, paquistaníes, kurdos, iranís e iraquís. Ahí, se descubre la angustia de un refugiado escondido de la policía entre barriles. La muestra la completa el trabajo de Pierre Marsaut, que hace de la cotidianeidad un arte. Así, solo él capta, por ejemplo, todos los chalecos salvavidas de un naufragio apilados en la orilla en una imagen que impacta por la sencillez y el drama que representa. En total, cerca de 100 fotografías que convierten al bulevar de la Gran Vía en un camino de exilio.

HISTORIAS HUMANAS

«Es una muestra realista que expone con dureza un episodio vergonzante de la actual historia de Europa --señaló Santisteve-- tratado con sensibilidad y humanidad que le ponen pies y ojos a la realidad de los refugiados». En ese sentido, Kassianides, indicó que el objetivo de Caminos de exilio, que llega después de que se haya visto en Madrid, «es enseñar estas historias humanas a toda la gente que vaya caminando sin necesidad de entrar en una galería porque los refugiados son seres humanos, por encima de todo».

«Ningún ser humano es ilegal», remachó el alcalde Pedro Santisteve, antes de criticar que el rechazo de los refugiados es un «problema de voluntad política. Esperamos que, con esta exposición, los zaragozanos contribuyan a levantar la bandera de la libertad de todos los seres humanos y que hagan cambiar la política de rechazo de los refugiados».