Hija del periodista Fernando Ónega, Sonsoles Ónega acumula una larga trayectoria en diversos medios de comunicación del país. En 2004 comenzó su carrera literaria con Calle Habana, esquina Obispo a la que le han seguido cuatro libros más hasta la fecha. Su quinta novela Después del amor, que fue la ganadora del Premio Lara de novela 2017, narra el romance entre dos personajes históricos clave de los años 30 en España, Carmen Trillo y el comisario Federico Escofet. Sonsoles Ónega estuvo el pasado jueves firmando ejemplares de su novela en el Ámbito Cultural del Corte Inglés de Independencia.

—¿Cómo dio con la historia de Carmen y Federico?

—Las hijas de Carmen me contaron la historia. Llevaban tiempo buscando a alguien para contarla en una novela. Nunca les pregunté por qué querían hacerlo, pero me hago una idea, querían cerrar alguna herida y satisfacer esa necesidad vital de recomponer las piezas de la historia de su madre. Hace tres años me senté con ellas y lo que me contaron me pareció fascinante. A veces incluso dudé que las cosas hubiesen acontecido así. Ellas me hablaron de recuerdos y de sentimientos, y de cómo había sido su vida sin su madre. Sin embargo sus palabras no hablaban de rencor, sino de todo lo contrario. La novela entera está impregnada de ese amor.

—Tengo entendido que para completar la historia se puso en contacto con el biógrafo de Federico Escofet.

—Tras hablar con las hijas de Carmen llegué a casa y lo primero que hice fue teclear en Google el nombre de Federico Escofet; fue entonces cuando descubrí que tenía un biógrafo oficial. Me puse en contacto con él y me entregó cuatro folios de confesiones que el propio Escofet le había hecho a él a finales de los 70. En esos cuatro folios se recogía toda la historia de amor entre Carmen y Federico. Las hijas de Carmen desconocían la existencia de esos documentos y les sirvieron para conocer una serie de sucesos relacionados con su madre que habían ignorado toda su vida.

—¿Qué les pareció a ellas la novela?

—Me dijeron que habían vuelto a su casa, a ver a su madre, a tocarla y a estar con ella. Aquello me pareció muy emocionante. Me di cuenta de hasta qué punto la literatura puede tener ese fin reparador. El hecho de que ellas hayan recompuesto su vida a través de estas páginas es una satisfacción enorme para mí.

—Llama la atención su estilo periodístico, ciñéndose a los hechos y documentando cada suceso exhaustivamente.

—Antes de ponerle palabras esta novela tenía una estructura muy definida. Los hechos históricos y la crónica periodística de aquellos años hablaban del protagonista, indicándome donde debía estar en cada momento de la novela, de modo que la realidad y la ficción fueron de la mano. Hay una parte de deformación profesional dada mi bicefalia de oficios sin duda. No puedo contemplar los hechos sin entender ambas partes. Creo que es un ejercicio literario sano. Ya sé que la equidistancia no siempre está bien vista, pero creo que todos los personajes sufren en alguna medida. Creo que es la única manera, ya que en mi novela están recogidas todas las posturas políticas de la época. No hay verdades absolutas.

—Su novela habla del papel de la mujer en un momento histórico clave en España.

—Literariamente me interesan los personajes fuertes y con personalidad. Carmen Trillo vivió en un momento histórico en el que temas como el divorcio o el sufragio femenino estaban en plena efervescencia. He podido hablar de todo esto porque Carmen lo protagonizó, aun siendo una mujer sin perfil político consiguió granito a granito cambiar las cosas que no le gustaban. Siempre se dice que las sociedades avanzan más rápido que las leyes, pero en la Segunda República ocurrió algo distinto, las leyes ofrecieron total libertad, pero la ley de la calle siguió imponiéndose. Las leyes están ahí, pero al final es la sociedad la que cambia. Actualmente el catalogo de derechos y libertades, a excepción de una ley de igualdad salarial, ha concluido, pero nuestro problema sigue sin estar en el código civil, sino en la inercia social. La sociedad está llena de pequeñas barreras transparentes que perjudican a la mujer, lo que yo llamo el ‘gran timo del siglo XXI’.

—También habla de otro tema de actualidad, la independencia de Cataluña.

—Federico participó el 6 de octubre de 1934 cuando Cataluña declaró la independencia unilateral. No hay nada de invención y no me podía abstraer. Me interesa Cataluña y me interesa España, y esta novela me permitió rescatar frases y posturas que pueden resultar muy educativas para la situación presente. El pasado nos deja algunas enseñanzas valiosas que tienen que servirnos como retrovisor.

—¿Tiene algún proyecto futuro?

— Ahora estoy muy centrada en la promoción de Después del amor, pero a partir de septiembre volveré a pensar en ello. Por el momento no tengo historia, solo tengo el momento en el que quiero situarla, que será la actualidad. Creo que estamos viviendo años apasionantes, con el cambio de siglo, con la alteración de principios y valores, con el cambio en las formas de comunicación y las relaciones personales… No sé si me atreveré a escribirla con una voz masculina.