Una pregunta: "¿Tiene El grito en la noche de Pedro Mata?" El zaragozano Francisco Lázaro solicitó ayer el ejemplar en cada una de las trece casetas de la undécima edición de la Feria del Libro Viejo y Antiguo de Zaragoza, que se inauguró en la plaza Aragón. Se lo pidió a un librero valenciano el año pasado pero reconoció que ya no recuerda a quién. De lo que sí que se acuerda es de que tenía "mucha picaresca" y de que era un "libro prohibido" cuando él lo leyó de niño, en época de Franco.

Muchos como él, rememorando lecturas pasadas, se acercaron a las garitas que exhibirán, hasta el próximo 12 de abril, una gran cantidad de libros de muy diversas temáticas. Entre ellos, se pueden descubrir desde libros del siglo XVI a tebeos o literatura juvenil, una "amplia oferta" que abarca a un "amplio espectro de clientes", señaló Nacho Asín, responsable de la librería Luces de Bohemia de Zaragoza.

La "ubicación privilegiada" de la feria provoca que el evento llegue al gran público. Reforzando este hecho, el periodista Antón Castro, responsable de pronunciar el pregón de inauguración en la mañana de ayer, expresó que "los libros son democráticos" y añadió que en lo personal los libros "han sido una incitación, un estímulo, una travesía y una forma de vivir en constante desvelo y en la mejor compañía".

Los libreros --aragoneses, pamploneses y valencianos-- además de rodeados de libros, estuvieron ayer acompañados de gente que se acercaba para curiosear. "En general, las personas que se acercan suelen preguntar, otros se mantienen a la expectativa y dejan que el libro les sorprenda", explicó Pablo Parra, presidente de la Asociación ALVADA.

Pablo Parra opinó que el año pasado "no fue mal" y que espera que a los libreros de fuera de Zaragoza que participan en la feria "les vaya bien", ya que tienen que asumir "los gastos del alojamiento, la comida y el traslado".

Jóvenes interesados

Hubo libreros que comentaron que tienen "una clientela fija de coleccionistas que van los primeros con una idea fija", pero también hubo jóvenes que se dieron cita alrededor de los puestos. Es el caso de dos amigos turolenses de dieciocho años, Manuel Lastarria y Jorge Millán, que buscaban "temas de filosofía antigua". Lamentaron que entre la juventud "la cultura se está perdiendo" y que la gente joven cada vez "se interesa menos por el conocimiento y por el entorno que les rodea". Aunque reconocieron que suelen comprar en librerías tradicionales, opinaron que la feria tiene precios "muy económicos". "Un Fernando Savater por tres euros es un chollo", expresó Lastarria.

El Cierzo no dio tregua durante el primer día de la feria y, quizá por ello, los clientes se fueron acercando con cuentagotas. Libreros como Pablo Parra aguardan con esperanza que el fin de semana "mejore". Sin embargo, otros con pesimismo se resignan: "Las ferias siempre van mal". A pesar de ello, reconoció que esta de Zaragoza "funciona mejor que otras".