Decenas de personas asistieron ayer en la Catedral de Huesca al funeral del pintor José Beulas, fallecido ayer a los 95 años, para expresar sus condolencias a la familia del artista y agradecer el legado hecho a la ciudad.

Al funeral, que ofició el obispo de la Diócesis de Huesca, Julián Ruiz, asistieron, entre otros responsables institucionales, el alcalde de la ciudad, Luis Felipe; el director general de Cultura del Gobierno aragonés, Nacho Escuín; y la responsable en materia cultural en la Diputación de Huesca, Berta Fernández, que calificaron el acto como «triste» y «emotivo», ya que se ha ido «una persona de suma relevancia para entender la cultura y el arte en Aragón y que apostó firmemente por la ciudad de Huesca y su provincia», dijeron a radiohuesca.com

Poco antes del comienzo de la ceremonia, que se celebró a las 18.00 horas, todos ellos coincidieron en resaltar el valor de la obra de Beulas, principalmente paisajística, y la generosidad del artista al legar su colección privada de arte y su propia obra al municipio oscense.

EL FUTURO DEL CDAN

Ninguno de los tres quiso, sin embargo, referirse a los posibles cambios que podrían llevarse a cambio en la Fundación Beulas, encargada de la gestión del legado y del funcionamiento del Centro de Arte y Naturaleza (CDAN).

La Fundación Beulas fue promovida en los años noventa del pasado siglo para gestionar el legado y promover su difusión pública, integrando a las instituciones referidas y a patronos de carácter privado.

El compromiso alcanzado dejaba en manos del artista y de su primera esposa, María Sarrate, ya fallecida, el usufructo de las propiedades inmuebles del pintor, que pasarán a integrarse en el CDAN.

Entre estas propiedades destaca el estudio del pintor, un edificio diseñado por su amigo, el prestigioso arquitecto, José María García Paredes, a quien conoció durante una estancia de aprendizaje en Roma a finales de los años cincuenta del siglo XX.

Nacido en Santa Coloma de Farnés (Gerona), Beulas, al que en 1999 este diario le entregó el Premio Aragonés de Honor, estuvo ligado desde mediados de los años cuarenta del siglo pasado a la provincia de Huesca, donde fijó su residencia junto a su esposa, María Sarrate. El matrimonio comenzó a reunir obras de arte hace 50 años y a principios de los años noventa tomaron la decisión de legar su colección personal a la ciudad de Huesca en varias fases, la última, este mismo año.