El actor australiano Hugh Jackman se ha pasado lo que llevamos de siglo metiéndose periódicamente en la piel del superhéroe Lobezno, primero a bordo de la saga X-Men y luego también en el centro de su propia trilogía. Logan, tercera entrega de la misma, no solo es la novena película en la que Jackman encarna al personaje, también es la última. En buena medida por ello es una película de Marvel distinta, más realista y violenta y melancólica.

-Logan es una película de superhéroes pero se esfuerza por no parecerlo. ¿Por qué?

-He interpretado a Lobezno durante 17 años y sabía que esta iba a ser la última vez. Para explicar lo que sentía pondré un ejemplo claro: si juegas al fútbol durante 17 años y en tu último año llegas a la final del Mundial, quieres ganarla; quieres irte por todo lo alto. Yo tenía la sensación de que no habíamos llegado a la esencia del personaje, que no habíamos reflexionado lo suficiente sobre la sociedad en la que vivimos o sobre la violencia. Y entonces el director James Mangold y yo nos sentamos a hablar.

-¿De qué hablaron?

-Empezamos a pensar en películas como Raíces profundas (1953), Sin perdón (1992) y El luchador (2008). Decidimos que no queríamos hablar de un superhéroe, sino de un hombre atormentado por el pasado que busca la soledad porque toda la gente a la que quería está muerta, y que antes de desaparecer tiene una oportunidad de redención.

-Por su retrato de la violencia, Logan es menos familiar que las películas previas de la saga Lobezno y las de la saga X-Men. ¿Cómo convencieron a los productores?

-Yo estaba preparado para que rechazaran nuestra idea, lo habría entendido por completo. Y estaba dispuesto a abandonar el barco. De hecho, James y yo llamábamos a este proyecto Utopía. Pero, sorprendentemente, los productores aceptaron de inmediato. Creo que en parte fue porque habían escuchado las frustraciones de muchos fans, que nos acusaban de no haber contado todavía la historia definitiva del personaje, y se dieron cuenta de que si reaccionaban la respuesta del público sería muy negativa. En todo caso, tomaron una decisión muy audaz. Como resultado, por fin, se ha hecho justicia, y es algo muy conmovedor. Confieso que lloré la primera vez que vi la película.

-Logan retrata Estados Unidos como un lugar azotado por la desesperación, la intolerancia y el racismo. Es inevitable establecer analogías con la América de Donald Trump. ¿Siente que es una película visionaria?

-Supongo que sí porque, aunque fue escrita antes del inicio de las primarias en Estados Unidos, admito que desde el principio nos preguntábamos: «¿Y si Donald Trump llegara a la Casa Blanca? ¿Qué pasaría entonces?». Eso no impidió, ojo, que los resultados de las elecciones fueran como una ducha fría, un despertar brutal. En todo caso, originariamente los cómics de X-Men ya eran una alegoría de las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de los 60; los mutantes desde el principio encarnaban la aceptación de las diferencias.

-¿Por qué ha decidido que no volverá a interpretar a Lobezno?

-Realmente, creo que ya he dado al personaje todo cuanto podía darle, así que es el momento justo de decirle adiós. Y, aunque sé que de un modo u otro continuará conmigo durante el resto de mi vida, voy a echarlo de menos. Meterme en su piel cada dos años me ha dado la oportunidad de mantener mis problemas de ira bajo control. No, hablando en serio, tengo muchas expectativas en el futuro. Mi agenda está completamente vacía en este momento, y esa sensación de libertad es magia. Y tengo ganas de ver una película de Lobezno en la que yo no dé vida al personaje. Ahora bien, si en dos años sigo en el paro, a lo mejor cambio de opinión acerca de todo esto.

-¿Cómo ha cambiado su vida desde que acabó el rodaje de Logan?

-Han sido nueve meses estupendos, porque he comido y bebido todo lo que me ha dado la gana y sin pensar en mi peso. Anoche pedí un escalope en un restaurante y me trajeron un pedazo de carne que era del tamaño de una mesa. Y pensé: «¿Por qué no?». Al final no me comí más que un tercio, pero en otra época de mi vida me lo habría acabado entero, por si no se volvía a presentar una oportunidad igual.

-Usted ha participado en más películas de superhéroes que cualquier otro intérprete. ¿Qué piensa de la evolución del género desde el estreno de X-Men (2000)?

-Antes de su estreno, se rumoreaba que X-Men iba a fracasar en taquilla y, en cambio, esa película marcó el camino a seguir. Christopher Nolan me confesó que verla fue lo que le inspiró a hacer Batman begins (2005). Y desde entonces se han hecho muchas películas de superhéroes buenas y también algunas malas. Creo que el género atraviesa un momento decisivo. Debe confirmar de una vez por todas que no solo sirve para ofrecer escapismo, y que tiene derecho a ser tomado en serio.

-Lleva usted un tiempo siguiendo un tratamiento contra el cáncer de piel y es muy activo en Twitter al respecto. ¿Por qué?

-Para difundir el mensaje: hay que usar protector solar y hacerse revisiones. Mi enfermedad ha sido resultado de 25 años de exposición irresponsable. Twitter también me sirve para ahorrarles a los paparazis el trabajo de seguirme en busca de una foto con mi nariz llena de esparadrapo. Y me permite evitar los rumores. Mi cáncer es un basalioma, que no reviste ninguna gravedad, y aun así he leído varios artículos en los que se afirmaba que tuvimos que rodar Logan a toda prisa porque yo estaba al borde de la muerte.