Hace ya muchos años que el escritor José Ovejero (Madrid, 1958) anda dándole vueltas al concepto de la crueldad. Es su marca de la casa, su obsesión motora como autor. A esa indignidad tan humanas le ha dedicado algún ensayo y construido una literatura que se multiplica en novelas, poesía y relatos. Como su último libro, Mundo extraño (Páginas de Espuma), compendio de cuentos dispares en formato y estilo, unidos por una respiración común, la de la extrañeza. Ovejero se confiesa culpable, o más bien responsable, de esa mirada oblicua y extravagante. «El mundo es como es y somos nosotros los que damos nuestras interpretaciones y nuestras proyecciones», dice sabiendo que nuestra relación con el mundo es complicada y que para explicar esa complejidad solemos inventarnos las narraciones.

El objetivo nada oculto de estos relatos es provocar una sutil tensión. Ahí están el suicidio de una madre un 24 de diciembre para indiferencia de la familia, varias infancias nada ingenuas, el pueblo en el que llovían babosas por intercesión de una Virgen grotesca y aquel encuentro fortuito de un padre y una hija (sin parentesco entre sí) que acaba en una situación ominosa que solo se construye en la mente del lector. «Me interesa esa sensación de amenaza latente no solo por su carga de inquietud, sino porque crea un mundo que solo el lector puede completar y no todo el mundo imagina el mismo final».

En sus anteriores cuentos, que datan de 14 años atrás, la atmósfera era perfectamente realista. Ahora ha hecho chocar esa realidad con el disparate. De ahí que la crueldad de Ovejero se haya ido a dar un paseo por el callejón del Gato de Valle y sus espejos deformantes. Así, horror y humor, como bien sabía Buñuel, siempre están muy cerca. «Cuando deformas la realidad aprecias sus aspectos más monstruosos y a la vez más divertidos, en algunas situaciones solemos decir que no sabemos si reír o llorar, de tan cerca que están uno de otro».

En el centro del libro, el autor sitúa Los escritores que más me gustan, un manifiesto que a duras penas es un relato que habla de describir la fealdad, de dejarles las frases bonitas a lo demás y aboga por la imperfección. «Claro que intento que el cuento sea lo mejor posible. Lo que no me interesan son ciertas formas de perfección relacionadas con la armonía y la belleza, esas reglas que dicen que no se pueden mezclar emociones extremas en un mismo relato como amor y dolor o placer y miedo», afirma.

A Ovejero le gusta jugar a no estar donde se le espera, de ahí que se haya multiplicado en un sin fin de creaciones. Pre-textos le publicará un poemario. Recientemente se ha estrenado como documentalista, junto a su pareja Edurne Portela y, además, se ha subido a un escenario madrileño para compartir tres de sus cuentos en un espectáculo dirigido por Eusebio Lázaro.