Ángel o mujer fatal, musa o creadora, son aspectos del universo femenino que han inspirado a Picasso, Romero de Torres, Sorolla o Botero y a las nuevas Evas, como Maria Blanchard, cuyas obras muestran en Zaragoza el cambio social experimentado por las mujeres en los últimos cien años.

La exposición El eterno femenino. Retratos entre dos siglos, compuesta por 56 creaciones --entre pintura, escultura, fotografía, obra gráfica, instalación o dibujo-- desde principios del siglo XIX hasta la actualidad, permitirá descubrir en el Patio de la Infanta de Ibercaja en Zaragoza la evolución de la representación de la mujer en el arte, de manera paralela a la ruptura con las tradiciones y avances sociales.

El eterno femenino ofrece cuatro perspectivas de la representación de la figura de la mujer. Parte de una especie de ironía del "eterno femenino", explicó la comisaria, Dolores Durán, de mujer etérea, bella, abnegada y reducida al ambiente íntimo del hogar, representada por un retrato de Joaquín Sorolla de 1913 y otro de Francisco Pradilla, de 1917, de damas de la sociedad, y finaliza con una reivindicación social, a través del collage de Françoise Vanneraud, Miradas desplazadas. Una obra "única" que Vanneraud ha concluido en la misma exposición y que reúne imágenes de archivo tomadas a mujeres antes de ser deportadas tras la segunda guerra mundial y que se convierte en la "mirada melancólica" de una muestra que ha pretendido tener un tono reivindicativo, reconoció Magdalena Lasala, responsable del Programa de Educación y Cultura de Ibercaja, que presentó la muestra junto a Teresa Fernández, directora de la Obra Social de la entidad.

ÁNGEL O 'DEMONIO' Frente al estereotipo del ángel del hogar y las tradiciones burguesas, en la exposición se puede ver representada la figura de la "mujer fatal", es decir, marginadas, seductoras y atractivas, con piezas como La mujer morena, de Julio Romero de Torres; la gitana Consuelo, de Isidro Nonell, o La empolvada, que pintó Ignacio Zuloaga.

El paso de la mujer como musa a creadora se produce ya en los años veinte del siglo XX, con la llegada del derecho al voto o el acceso a la educación, cuando surgen las nuevas Evas, como las definió Durán, mujeres cosmopolitas con una sólida formación que conocieron los ambientes parisinos y los círculos cubistas, representadas en el Patio de la Infanta por obras de María Blanchard, Maruja Mallo y Olga Sacharoff.

Y también se pueden ver obras de artistas como los aragoneses Pablo Gargallo (Jeune fille a la frange y Joven española) y Honorio García Condoy (Figura de mujer --bañista--), y otros autores como Joan Miró, Julio González, José Gutiérrez Solana, Francis Picabia, Josep de Togores y Pablo Picasso, en concreto la escultura Femme debout y cuatro grabados de Carmen de Mérimee, quienes dedicaron a la mujer parte de su producción.

La exposición abarca un tercer periodo, ya en los años sesenta del siglo pasado, en los que con el pop se ironiza sobre ciertos estereotipos femeninos. Miquel Barceló, Fernando Botero o el Equipo Crónica, con la Menina del Guernica, son algunos artistas que exponen, además de David Hockney.

Y finaliza con la creación más actual, de artistas emergentes de final del XX, cuando el feminismo va haciendo más visibles las desigualdades de géneros y las artistas reivindican su cuerpo, entre ellas Esther Pizarro con sus desnudos deconstruidos, Mapi Rivera o Yolanda Tabanera.

Con motivo de la muestra, la Obra Social ofrece un ciclo de conferencias, impartidas por el pintor Jaime Esaín (11 de noviembre) y la profesora Rocío de la Villa (21), talleres, actividades complementarias y visitas guiadas dirigidas a escolares, familias y público en general.