La última corrida de a pie (queda una de rejones hoy) de la feria oscense fue de ocho toros y se le había denominado del impulso. Se pretendía poner las condiciones para que toreros en situación de proyectar su carrera tuvieran una verdadera oportunidad. A fe que el lote de Albarreal fue realmente de los que sueña un torero cuando sale a la arena. El hato tuvo remate y presentación ideal para Huesca, dejando fotografía fija del prototipo adecuado para un coso con gustos tan definidos.

Reses sin exageración pero con su volumen, caras no muy agresivas, movilidad y mucha clase en varios de ellos... y para no desentonar con el resto de la feria, de un solo puyazo. Si no, hubiera sido ciertamente completa. Un acierto de la empresa que puso una bombonada para que les sirviera a los toreros pero que no tuvo verdadera correspondencia en el aprovechamiento final. ¡Diantre!

BOJILLA Lo decía ese filósofo que fue el banderillero y luego apoderado Enrique Bernedo Bojilla: "¿Qué dónde vamos? Yo al hotel, tú al viaducto". Ayer, ese impulso bien pudo haber tenido ese escenario hídrico para algunos de los actuantes.

Daniel Cuevas se llevó los dos toros más claros y los desaprovechó sin ningún miramiento. Falto de ajuste y compromiso, sin saber qué ni mucho menos cómo, tiró a la basura dos opciones grandes de lucimiento y la confianza de una empresa y hasta de una ciudad. A ver si esta tarde le asisten las musas en Calatayud.

Las esperanzas que el más veterano, Eduardo Gallo, había despertado entre los más iniciados y los aficionados de siempre se esfumaron en un primer turno lineal y desdeñoso ante el toro más noble, una máquina de embestir con la que el salmantino ofreció sólo cantidad. Más desconcertado en su segundo, un toro de dos velocidades que salió brutote pero que en la muleta cambió para bien, muy bien. Hubo predominio de toreo fundamental pero faltó unidad y conjunto.

Poco o nada pudo hacer Borja Jiménez ante el octavo, un sobrero de Núñez de Tarifa absolutamente manso que se aculó en tablas. Aunque le hubiera largado percal con donosura como hizo en su primero, un toro mudo (no dijo nada), un verdadero sosainas que no dio opciones. La única mácula de Albarreal. Pero Borja funcionará en ésto.

Mientras, Imanol Sánchez calentó el ambiente en dos tercios de banderillas vibrantes y celebrados antes de sostener en pie a base de temple a un toro flojo al que despachó con acierto valiéndole el único trofeo de la tarde. En su segundo ejecutó una labor de entrega siendo volteado y fallando con el ferro. Caso contrario, quizá hubiera cobrado otro premio. Él, al menos ayer, pudo ver el viaducto desde abajo.