«Cuando me preguntan qué es lo que tengo que hacer, yo contesto: Casarte y disfrutar del momento». Esa es la clave de una buena (la mejor) fotografía de boda, la que logra «capturar momento y que las fotos sean lo más reales posibles». Esa es la aspiración de Víctor Lax, que ostenta el título de «mejor fotógrafo de bodas del mundo» del 2016 según la prestigiosa web de referencia internacional Fearless, la de que cuando pasen los años, las imágenes que tomó el día de la boda sigan captando «los sentimientos que circulaban entonces», un gesto de cariño, una mirada, un abrazo, una sonrisa o una lágrima, alejados de cualquier tendencia y moda.

Lax, nacido en Alcolea de Cinca en 1979, comenzó como periodista en diferentes medios aragoneses, entre ellos EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, y llegó «de rebote y por necesidad al mundo de las bodas», pero pronto se dio cuenta del potencial que tienen ya que es «un carrusel, un tíovivo de emociones» que comienza con los preparativos previos, en los que «la novia está supernerviosa, algo que aquí me encanta», continúa con el novio, la ceremonia civil o religiosa, el baile, etc… En ese tiempo «ocurren cosas constantemente» porque Lax fotografía los momentos «típicos, los anillos, el primer baile», el maquillaje, pero también hay «momentos para arriesgar, porque la fotografía de boda es, en el fondo fotografía».

Creativa y artística

Por eso, asegura que intenta que sea «más creativa y, en cierto modo artística» puesto que «son momentos reales con una visión muy fotoperiodística», que se combinan con otros con «espíritu más documental», señala el fotógrafo, que trabaja con su mujer, Erika Biarnés. A ellos, el reportaje se lo hizo una pareja de canadienses a los que el oscense conoció en un seminario.

Y es que el 75% o más de las imágenes muestran «lo que ocurre», de forma natural, sin que se note la presencia del fotógrafo. Otras, «sí que están preparadas, juegas con los invitados o les dices cómo colocarse», explica Lax, pero en la mayoría «hay improvisación, sabes, por lo aprendido con los años, que si te colocas en un sitio o en otro conseguirás buenas fotos». Señala que fotografíar bodas es «difícil, porque hay que estar muy atento, no solo en los grandes momentos si no en todo lo que circula alrededor, la lágrima de la madre cuando ve a su hija que se casa, el niño pequeño» que rompe el protocolo, etc; los momentos íntimos como la novia que decide visitar el cementerio donde está enterrada su abuela o los únicos, como el de su pueblo, donde el arroz se echa a palazos.

Las bodas le han llevado en 2016 a Italia, Noruega, Francia, pero también hay trabajo en Zaragoza, El Burgo de Ebro, Cariñena o Tarazona. «A mí si me llaman de aquí, me quedo aquí, pero si no, donde me llame el trabajo», reconoce. Preguntado cómo llega una pareja de Noruega a contactar con un fotógrafo aragonés, responde: «Existen directorios, como Fearless, que tienen su sede en EEUU y que a lo largo del año convocan varios concursos». Cada fotógrafo puede mandar 15 fotos y en función de los puntos que vas acumulando «te va posicionando en los primeros puestos por países, por continentes y del mundo en general», así que si uno busca mejores fotógrafos en Europa, uno de los primeros que aparece es Víctor Lax.

Lo mismo sucede con un mercado como el de Baleares, donde «hace tiempo conocí varias wedings planners (organizadores de boda) y que cuentan conmigo o me recomiendan… o simplemente google porque si publicas reportajes de Mallorca, ahí apareces», señala el fotógrafo, que señala que el «punto de partida del presupuesto son 3.000 euros».

El oscense explica que hay dos tipos de pareja, los que «dicen que quieren un reportaje diferente y que tú no les dirijas y los que tienen muy claro qué se van a encontrar porque te conocen y conocen tu trabajo». Para cada acontecimiento disparan entre 3.000 y 4.000 fotos para luego entregar 500 o 600, y él elegiría cuatro o cinco. ¿Por exigencia? ¿Por que ha visto muchas? «No no eso sería muy egocéntrico», reconoce entre risas para luego añadir: «También podría pensarse en lo malo que tengo que ser para hacer 3.000, entregar quinientas y que solo me guste una», dice el mejor fotógrafo de bodas del 2016.

Parejas del mundo

Todas las parejas son diferentes, pero las hay entre países. «Los anillos son diferentes en todos los sitios», pero por ejemplo, la pareja noruega «era muy fría». En España, cuenta, los novios «van a la ceremonia, al banquete, bailan y a casa», y en las islas ya se organizan bodas de dos días y el previo preparan actividades como vela. En Rusia, el reportaje de exteriores se hace antes de la comida y «aunque el día haya empezado a las cinco de la mañana, la comida no es hasta las cuatro o las cinco»; en España «nos gusta saborear la comida» y se está varias horas en torno a la mesa, algo que no ocurre en otros lugares.

En las próximas semanas viajará a Navarra, Barcelona (dos proyectos, uno con una pareja china y otra estadounidense), Perugia (Italia) y Mallorca. Ha firmado fotografías en montañas, entre buitres, etc. Pero recuerda una anécdota en Turquía, donde viajó una semana después del golpe de estado y no le dejaban entrar porque «me decían que si el equipo era de fotoperiodista» y les tuve que convencer de que iba a una boda para que me dejaran pasar.

Lax es ya un veterano de la fotografía y considera que Aragón es referencia «no solo en fotografía de boda si no en general». En este sentido reivindica el Centro de Tecnologías avanzadas (centro de formación del Instituto Aragonés de Empleo), donde él se formó a través de «cursos gratuitos del Gobierno de Aragón que apostó por partidas para educación».