«Trasladar al visitante a un escenario donde actúa Musethica» para que «escuche la música con todo el cuerpo» y así «compartir experiencias». Este el el objetivo de la exposición Vibraciones, que podrá verse en el hall del Centro de Arte y Tecnología hasta el 24 de marzo, en palabras de Gerardo Lahuerta, director de Etopia; y de Carmen Marcuello y Fernando Arias, componentes de Musethica.

Se trata de una muestra interactiva donde hay que tocar, colocar sensores en distintas partes del cuerpo, ponerse un antifaz y unos auriculares o tumbarse para disfrutar de la música clásica con todos los sentidos.

Etopia se ha convertido, según Lahuerta, en «casi el cuartel general de Musethica», de ahí que sea el escenario de esta muestra dedicada a una asociación que se constituyó como tal hace cinco años de la mano de el violista Avri Levitan y la propia Marcuello, que le gusta calificar al centro como «laboratorio» más que cuartel general.

INTERACCIÓN / Para esta exposición se ha trabajado la tecnología y la interacción para «experimentar la música desde todos los sentidos» a través de unos prototipos y una escenografía creada por David Hernández Casas, quien aplica las nuevas tecnologías en el arte.

De hecho estas Vibraciones se componen de seis elementos que pretenden poner de manifiesto que «escuchar tiene muchos matices» y que, en el fondo «son vibraciones», algo que Musethica ha descubierto gracias a los conciertos que han realizado para sordos. Por eso, Marcuello recordó una frase de la instrumentista sorda Evelyn Gleeni, para quien «escuchar es una forma de tacto».

Lo primero que se encuentra el visitante en Etopia son unas sillas con antifaz y auriculares para que todo aquel que lo desee pueda sentarse y disfrutar de grabaciones de los conciertos de Musethica en centros sociales y salas de conciertos, desde cuartetos a solos, sextetos u octetos.

El Atril consiste en tres transductores móviles para cogerlos y colocarlos en cualquier parte del cuerpo y escuchar la música; en la Bancada sonora, el visitante podrá tumbarse y sentir la música de Cassado i Moreu, Dohnayi y Mendelssohn en todo el cuerpo; en la Pared sonora se puede colocar el transductor óseo en la frente o los hombros para escuchar a Handel-Halvorsen, Mozart o Popper. Y en la sala oscura, un espacio íntimo y meditativo el sonido de la música de Campagnoli, Tchaikovsky o Ysaye envuelve al espectador. Además, existen unos ordenadores en los que se «presenta a Musethica, charlas, reportajes de televisión, conciertos, entrevistas, master class», etc, todo para que el público se acerque hasta la asociación.

MÁS DE 1.000 CONCIERTOS / Carmen Marcuello contó que en estos cinco años han recorrido ocho países (el lunes actuarán en Viena), realizado casi mil conciertos, participado 220 músicos, han sido escuchados por 55.000 oyentes y actuado en 400 centros. Para una de las fundadoras de Musethica, «un auditorio es maravilloso pero un centro social también». Fernando Arias es uno de los profesores y reconoció que su misión es «acercar el lenguaje de la música clásica» pero siempre desde «la calidad» para así «romper con la idea del elitismo». En este sentido, Arias reconoció que «la mejor manera de ocupar nuestro lugar en la sociedad es hacer sociedad».