Director del prestigioso Teatro Laboratorio de Jerzy Grotowski y al mismo tiempo de Teatro ZAR, el dramaturgo polaco Jaroslaw Fret ha elegido las ruinas de Belchite para presentar entre septiembre y octubre Alhelli, Llamada, la tercera parte de un trítptico teatral titulado Los Evangelios de la Infancia. El instituto Grotowski --fundado por una de las figuras más importantes del teatro europeo-- tiene su sede en la ciudad de Wroclaw, que acaba de ser elegida Capital Cultural Europea del 2016, título que podría compartir con Zaragoza si es elegida.

--¿Qué es y de dónde surge el proyecto Los Evangelios de la Infancia?--Todo comenzó con el viaje de un grupo de musicólogos al Cáucaso, que culminó en la creación de la compañía ZAR, cuyo planteamiento fue este espectáculo sobre música religiosa inspirada en los evangelios apócrifos y la figura de Cristo, no de forma ortodoxa, sino como una forma de ser y actuar en la vida.

--Estamos hablando, pues, de un montaje basado en la investigación musical.--Sí, una obra centrada en un marco espiritual y dentro de las formas más antiguas del cristianismo, ahondando en las raíces del mismo en Georgia y Armenia. Estamos hablando de canciones en lenguas ya perdidas, con 2.000 años de historia, pero la función de la canción no está perdida. De este planteamiento nacen tres espectáculos. El tercero es el que va a representarse en Belchite titulado Anhelli. Llamada, basado en himnos fúnebres de la tradición bizantina con elementos sardos y corsos.

Anhelli. Llamada

--¿Y por qué eligen Belchite para su presentación y filmación?--Quedé fascinado con este lugar y su historia trágica y conmovedora de los tiempos de la guerra civil. Nosotros buscamos lugares no teatrales para nuestros montajes, no necesitamos un sitio específico, ni idílico, ni escenografías post-industriales. En su lugar preferimos lugares éticos, que tienen un encuentro con la historia o mucho que decir al respecto. Y Belchite cultiva el tema de la memoria, habla más que un museo, pues aún quedan personas que vivieron aquellos malos tiempos. Se trata tanto de un proyecto artístico como intelectual.

--Su teatro tiene un mensaje, el de la memoria, no dejar caer las cosas en el olvido para no repetirlas... ¿sigue siendo pues válido el teatro sin caer en el panfletismo para aportar cosas en estos tiempos de crisis económica, ideológica y de valores?--Sin duda. Wroclaw es una ciudad que protege al teatro. No solo está el Teatro Laboratorio, sino también hay una gran tradición de pantomima, un trabajo de estudiantes, de teatro al aire libre, de drama... Allí el teatro por si mismo ha funcionado como un transmisor de valores de las ideas de la democracia. Protegiendo todas las tipologías teatrales se han protegido diferentes tipos de comunicación humana y esa tolerancia, ese respeto a todas las formas de comunicación es el fundamento de la democracia

-- ¿Qué pueden aportar Wroclaw y Zaragoza si es elegida a la capitalidad europea de la cultura más allá de llenar un programa de espectáculos?--Como decíamos, la cultura teatral de Wroclaw es algo único, pues nuestro poder ha radicado en la unión de todo tipo de teatro, por lo que había una idea clara en el programa basada en la experiencia de muchos años y en la que participa de forma permanente a la ciudadanía. De igual forma, a Zaragoza se le ve en Europa como un lugar con una ciudadanía fuerte, con una base cultural que no es flor de un día sino que se ha venido fraguando durante años, por lo que su propuesta no es artificial sino que ofrece una identidad cultural.