--¿Cuál es el proceso para explicar el Holocausto desde los ojos de un niño?

--El secreto es no describir la violencia explícita. No mostrar, solo intuir. Es más impactante imaginarse lo que verdaderamente pasó en ese campo de concentración. Es más horroroso ver desde lejos la humarada negra de los crematorios que enseñar la agonía de tantos judíos que murieron encerrados en la cámara de gas.

--¿Por qué razón un libro pensado para el público juvenil logra conmover a personas de cualquier edad?

--No lo sé, espero que pase lo mismo con la película.

--¿Qué sintió cuando vio a Shmuel, el niño judío preso en un campo de concentración, y a Bruno, el hijo del militar nazi, en la gran pantalla?

--Es surrealista. Ya me quedé impresionado durante el rodaje a Budapest, un lugar intimidante en que todavía hoy se ven símbolos nazis. Un escritor nunca presencia lo que sienten los lectores. Sentir las reacciones del público es una experiencia emotiva.

--En la adaptación cinematográfica de Mark Herman, la alambrada que separa el mundo apacible de los jardines y el infierno de los cautivos se convierte en el tercer personaje.

--La valla cumple la misma función que el armario en Las crónicas de Narnia. Separa mundos. Por eso en el cartel aparece la verja, una metáfora de las consecuencias de los prejuicios, del odio y de la violencia infligida a inocentes en tiempos de guerra.

--¿Qué concesiones encierra el guión de Herman? ¿Qué dudas le ha consultado el director?

--No parábamos en enviarnos e-mails. Leí todos los borradores. Tenía en cuenta mis opiniones, pero él tomaba la decisión final.

--¿Cree que el filme es tan convincente como el libro a la hora de hablar del horror desde la ingenuidad.

--Es una de las mejores adaptaciones de novelas que he visto en el cine. El niño protagonista no puede comprender las atrocidades que suceden en su entorno. ¿Qué sucede? ¿Por qué hay tanta gente detrás de una alambrada? Son estas las mismas preguntas que seguimos planteándonos hoy en día. Mi trabajo como escritor es seguir buscando respuestas, seguir haciendo preguntas para que nadie olvide nunca a los que se las formularon por primera vez.

--El productor es David Heyman, el encargado de llevar a Harry Potter al cine, y Disney, es la distribuidora.

--El niño con el pijama a rayas es mi séptima novela. Todavía no me creo que haya sido llevada al cine por personas con tanta experiencia. Eso me da mucha seguridad.

--¿Quién le gustaría que adaptase Motín en la Bounty Motí al Bounty, su próximo lanzamiento editorial, donde reivindica la heroicidad del capitán Bligh en la famosa rebelión de 1789?

--Me encantaría que fuera llevada al cine, porque las tres películas que se han rodado Bligh siempre ha sido el villano. Es una obra épica, igual me animo a dirigirla.

--Lo dice en serio, ¿le gustaría, de verdad?

--Sinceramente, no.

--¿De quién se siente más cerca, de Dumas, Dickens o Stevenson?

--Motín en la Bounty Motí al Bounty brota de los relatos de huérfanos de Dickens. Quiero recuperar el sabor de una historia antigua, esa sensación de no poder parar de leer, de que lo único que importa es conocer el destino que aguarda al protagonista. Ya no se escriben novelas de este tipo. He querido retomar esas grandes aventuras que contaban Dumas y Dickens.

--En su obra es persistente la crítica de cómo se manipulan los hechos reales cuando se llevan a la ficción.

--El cine ha convertido a Bligh en un criminal, cuando en realidad solo azotó a un marinero. Mantuvo la disciplina durante todo el conflicto. Mi intento es el de acercarme a la verdad. La ironía es que, aunque sea una novela y parezca inventado, todo lo que cuento sucedió.

--En El niño del pijama con rayas los nazis muestran al pueblo alemán reportajes de judíos con aspecto saludable bailando felizmente en los diversos campos de concentración.

--El público suele creerse lo que ve en una pantalla. Por eso es tan importante desvelar la verdad.

--El protagonista de El niño con el pijama a rayas tiene 7 años, el de Motín en la Bounty Motí al Bounty, 14, y el de The house of special purpose, su siguiente novela, 17 años. ¿Es como si escribiera a un mismo niño que va creciendo?

--Quizá ese niño soy yo. Debo matizar que The house of special purpose viaja atrás en el tiempo. Está ambientado en la revolución rusa, pero al comienzo el protagonista tiene 80 años y la trama culmina con lo que vivió cuando tenía entre 16 y 18.