Veinticuatro jóvenes recogieron ayer sus diplomas en la clausura oficial de la Escuela-Taller de Restauración Juan Arnaldín. Durante los dos últimos años, estos chavales, desempleados y menores de 25 años han completado su formación como restauradores, rehabilitando alrededor de 120 piezas, entre retablos, pinturas, documentación gráfica y mobiliario de diferentes municipios de la provincia.

El acto de clausura del proyecto estuvo presidido por Máximo Ariza, diputado delegado de Bienestar Social de la DPZ; y contó con la presencia, del gerente del INAEM, Jorge Escario; y la directora de la Escuela-Taller, Ana Cristina Blasco; Susi Peralta. Ariza se mostró "muy satisfecho" por lo conseguido por este taller y esperanzado por "poder continuar con este proyecto, siempre y cuando el INAEM colabore", ya financia el 80% de los cursos (la DPZ, el 20%).

Esta Escuela-Taller cumple un doble objetivo, "la restauración del Patrimonio Cultural de la provincia de Zaragoza y la formación para la inserción laboral de los alumnos".

Entre el más de centenar de piezas recuperadas, Ariza destacó un retablo de Blasco de Grañén de Tosos y, "personalmente", la recuperación de "unos bancos de la iglesia y del ayuntamiento de mi pueblo, que tienen gran valor sentimental" para los vecinos de Lumpiaque. Junto a ellas, se han restaurado los Estatutos de la Ciudad de Daroca de los siglos XVI-XVIII o la carta de población del Alfonso I el Batallador (del siglo XII) de Ejea de los Caballeros.

Por su parte, Ana Cristina Blasco, hizo hincapié en la formación en especialidades como carpintería, ebanistería, etc, contribuyendo a la "puesta en valor del patrimonio", que en muchas ocasiones ni siquiera "los vecinos de los pueblos conocen lo que tienen". Para la directora de la Escuela Taller, estos jóvenes están "sobradamente preparados para embarcarse en la aventura que es entrar en el mercado laboral".

Por su parte, Javier Royo, uno de los alumnos, miembro del taller de mantenimiento de bienes culturales, que aglutinaba a los historiadores, explicó que se habían encargado de "hacer catalogaciones de las obras, investigaciones histórico-artísticas y de la difusión de las obras". Reconoció que se trata de una "experiencia positiva" puesto que el trabajo es "eminentemente práctica"; y señaló que es el único lugar para completar la formación académica, ya que "a la hora de presentar un currículum, nos da una oportunidad que otros de nuestra edad no tienen".