NACIDO EN MADRID, 1958

DEDICACION PROFESOR DE FILOSOFIA EN UN INSTITUTO DE CERDANYOLA (BARCELONA). AUTOR DE LOS LIBROS ´EL GOBIERNO DE LA FORTUNA´ Y ´LO QUE SOCRATES DIRIA A WOODY ALLEN´, CON EL QUE ACABA DE GANAR EL PREMIO ESPASA DE ENSAYO

--¿Qué le diría Sócrates a Woody Allen?

--Lo que le decía a todo el mundo: Que para vivir bien hay que hacerlo de una manera reflexiva, meditar primero y clarificar los fines, los objetivos que uno tiene, y luego sacar a relucir los medios para alcanzar esos fines.

--¿Y qué le diría Woody Allen a Sócrates?

Le diría que hay objetivos, que están entre los más importantes de la vida de las personas como se muestra en la película Hannah y sus hermanas , que no se alcanzan a base de tenerlos presentes y empeñarse en ellos: Por ejemplo, tener una creencia religiosa o enamorarse. Ciudadano Kane es un ejemplo de que hay cosas que no se pueden conseguir a fuerza de voluntad.

--¿Se hubieran entendido?

Los dos son conversadores impenitentes y muy cáusticos. Y yo me hubiera puesto en el bando de Woody Allen.

--Pero esa confianza en la razón, ha marcado mucho la filosofía occidental, sin embargo.

--Es cierto que la corriente digamos más gruesa, o la más central de la filosofía es racionalista o intelectualista. Y ahí están algunas de las cúspides, como Sócrates, Platón, incluso Aristóteles. Y también Descartes, y hasta Kant son filósofos de corte racionalista. Pero también ha habido filósofos que se creían menos esta leyenda intelectualista: Nietzsche, Hume o Wittgenstein . Para mí, los filósofos son tanto más interesantes cuanto más lejos están de Platón, sobre todo en ciertos temas.

--Usted analiza la película Calle Mayor, de Bardem, para explicar cómo el aburrimiento puede ser fuente de maldad.

Creo que la vida cómoda no es el mejor tipo de vida. La vida indolora estamos habituados a pensar que es la mejor, pero no lo es. Es aburrida y eso te puede lanzar a buscar emociones, cuando no las encuentras al paso. Nietzsche tenía razón: tenemos que aprender a querer al dolor porque forma parte indisociable del placer, como un peaje que hay que pagar. Es lo que vive el montañero para alcanzar una cima. Ese tipo de vida gimnástico en el que el dolor forma parte de la felicidad creo que está más cerca de la verdad que cualquier otro.

--Pero la tentación del bien, el autoperfeccionista compulsivo, también acarrea infelicidad

Hay un capítulo dedicado a la película Teléfono Rojo.. de Kubric, que va en ese sentido. El que se extralimita y trata de conseguir la perfección a costa de lo que sea, aún a costa de sí mismo, se convierte en esclavo de sus propias obligaciones. Es otra esclavitud indeseable.

--¿Este libro parte de una preocupación por enseñar filosofía moral a sus alumnos?

--Trata de llevar a mayor escala y de forma más sistemática lo que ya venía haciendo en clase, siempre que podía. Cuando explicaba una teoría filosófica quería que antes de que hablaran los conceptos lo hicieran los ejemplos. Los alumnos no aguantan las oscuridades y hacen bien. También desarrollo dos mandamientos que mantenemos un círculo restringido de amigos: No aburrir y ser claros.

--¿Va al cine a ver filosofía?

--Voy al cine para ver cine. Pero alguna historia me hace ruido y afecta a mi actividad como profesor. Con las suspicacias puestas en pie, enpiezo a ver la película en una clave diferente. Algunas, como Desafío total o Matrix las desarrollaba ya en clase. Y al plantearme el libro, sabía que lo empezaría por El coleccionista y lo terminaría con el final de Casablanca . Cuando estás metido en harina ves filosofía por todos los sitios.