--Pálido monstruo es una novela policiaca pero que está salpicada de otros muchos géneros, ¿se trata de su obra más ambiciosa?

--Es una novela que aparentemente tiene todos los cánones de una novela policiaca clásica porque tiene un crimen, una investigación, pero, además, tiene una serie de peculiaridades que son las que más me ha costado resolver, entre ellas, la utilización de Zaragoza como escenario de una novela moderna, contemporánea y vanguardista. Me ha costado treinta años encontrar un argumento que esté a la altura de esa Zaragoza que yo necesitaba como escenario, que no sea panorámica, costumbrista y provinciana sino una Zaragoza real para una novela realista.

--¿Le ha costado?

--Es una novela que me ha costado mucho sobre todo por el tratamiento de Zaragoza que yo creo que es muy ajustado, adecuado a la acción de la novela. Quería que aflorara un poco el alma de la ciudad que es una vieja ambición de todo escritor, el alma de un territorio. Una vez me preguntó un político, ¿cuál es es alma de Zaragoza? Mi respuesta es esta novela.

--Tiene una gran importancia el género periodístico, ¿es una consecuencia de su experiencia diaria?

--Ya lo creo que sí, aparece una serie de personajes, dos de ellos muy destacados, que son periodistas y trabajan en la redacción de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, que es una redacción que se describe exactamente cómo es y en la que aparecen sus directores, sus redactores... para subrayar todavía más la idea de acercarme a la realidad desde la ficción.

--Insiste en la idea de acercar la realidad a la ficción...

--Es que en esta novela he hecho un trabajo inverso, genero una ficción y esa se acerca cada vez más a la realidad, casi como si hubiese ocurrido todo esto. Hay un reflejo de mi labor periodística y de mi experiencia en las redacciones y, al mismo tiempo, da mucho juego. Y, además, hay mucho morbo en la novela, los políticos la están leyendo con lupa, algunos con el abogado delante... (Risas) Yo me he divertido mucho porque hay muchos guiños, juegos de espejos y reflejos reales tratados en la ficción y hay elementos que muchos zaragozanos van a recordar, que están en el imaginario colectivo...

--Aparecen personajes que se asemejan mucho a personas muy conocidas en Aragón, ¿es un juego con el lector el tratar de adivinar quiénes son?

--Para los lectores aragoneses, sin duda. Y también es un homenaje a los lectores zaragozanos y aragoneses que tanto me han apoyado. Hoy mis libros se venden en muchos países, pero yo donde realmente he tenido siempre un gran apoyo convencional ha sido en Aragón, y eso es así. Una forma de agradecerlo es deslizar esos juegos, esas complicidades que yo sé que van a arrancar muchas sonrisas irónicas. En cambio, para el lector externo que no conoce la realidad nuestra, se lee como una novela convencional, lo que pasa es que en lugar de ocurrir en Los Ángeles o París, ocurre en Zaragoza, pero con el mismo ritmo, con la misma potencia. Ese plus que da Nueva York, Londres o una gran ciudad, Zaragoza también lo da. Era un poco mi obsesión, utilizar Zaragoza de una manera moderna, muy pegada a la trama de thriller, de acción y que la ciudad circule con velocidad y tensión. Los escenarios, El Tubo, El cachirulo, El Plata, Helados Italianos, la plaza del Pilar, la cárcel de Zuera, la Audiencia... son escenarios que todo el mundo conoce pero de pronto se ha hecho una película con ellos. Una película estupenda, de acción, thriller. Me he encontrado a gusto y es posible que una vez roto el tabú, me atreva a escribir más novelas sobre Zaragoza.

--Sin embargo, hasta la página 140 no es necesario matar a nadie para que la novela tenga ritmo...

--Hay dos clases de novelas policiacas. La que muere la víctima en la primera página y otra en la que muere a mitad del libro. Yo normalmente prefiero la segunda fórmula, introducir primero a los personajes con sus causalidades, con sus frustraciones, para ir sugestionando al lector en su propio estudio psicológico. Que no se trate tan solo de descubrir quién es el asesino, sino de construir primero en la mente del lector un problema, un enigma, una situación, un conflicto, una serie de razones psicológicas y en mi propuesta de renovación de género tiene mucho peso la psicología. Los personajes no pueden ser de cartón piedra ni clichés. Deben ser personajes vivos, de verdad,...

--De nuevo una mujer fatal protagoniza una novela suya, ¿qué tienen las mujeres?

--Las mujeres tienen el misterio. El enigma está muy relacionado con la condición femenina. Presentar en el centro de la tensión narrativa una mujer fascinante, extraña, cuya manera de pensar no se explica fácilmente ni su forma de actuar, aporta mucho a la novela, a la tensión y a la atención de lector.

--La documentación que utiliza es abrumadora, y, sin embargo, no se hace pesada la lectura.

--Estoy contento porque técnicamente era compleja y, sin embargo, su lectura es muy sencilla. Los capítulos van con mucha rapidez y la documentación está muy vertebrada en la acción.

--¿Qué le ha aportado esta novela?

--Con esta novela, me he dado cuenta de que el género de acción tiene muchos recursos todavía por explotar. Esta novela aporta cosas, técnica, otra visión, pero que por este camino se puede seguir explorando. Estamos hablando de una pared muy delgada entre la ficción y la realidad, hay muy poco espacio, y una vez que te encuentras cómodo en esa especie de túnel, ves el final.