Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) es la pianista con mayor proyección de su generación. Actúa esta noche (20.15 horas) y mañana (11.30 horas) con la JONDE y el coro Amici Musicae con los que interpretará la Fantasía coral, de Beethoven, en la Mozart, sala en la que se realizó esta entrevista.

--¿Le impresiona esta sala vacía?

--La sala es impresionante de por sí, pero siempre creo que desde el escenario todo se ve mucho más pequeño...

--¿Y llena?

--Siempre es agradable salir a una sala llena y con gente que tiene muchas ganas de escucharte pero hay un momento en el que creo que es tan importante tocar para una persona que para dos mil. En el momento en el que ya hay alguien escuchándote, ya tienes una responsabilidad.

--¿Y una es capaz de tocar igual para una que para dos mil personas?

--Sí. Una sala muy íntima te proporciona otros sentimientos, porque no solo es el propio artista el que hace sentir, también los demás nos hacen sentir a nosotros. Mucho más que en los aplausos, yo oigo cuando la gente está conectada en los silencios. Un buen silencio, es lo mejor que puede pasar.

--Fiel a su principio de "ponerle vaqueros a la música clásica" viene con ellos. ¿Por qué cree que la gente joven no asiste a los conciertos de música clásica?

--Creo que la gente joven está empezando a venir porque hay una muy buena generación de jóvenes clásicos. Todos queremos disfrutar, que lo hagan con nosotros y que se atrevan a venir, a sentir, que dejen de pensar si esto es para una élite o para unos entendidos... que se dejen llevar.

--¿Quiere decir que no es necesario entender la música clásica para disfrutar de ella?

--Eso es... Es que la clásica, como la pop, la rock, house..., es música para sentir, para que te mueva por dentro, para dejarse llevar y qué más da que el público sepa qué nota o qué sinfonía es. No hay que entenderla para disfrutar de ella.

--Hoy y mañana interpreta la Fantasía coral, de Beethoven. ¿Qué sintió cuando se lo propusieron?

--Me quedé petrificada cuando la escuché. ¡Pero qué obrón! Es un regalo, un privilegio... La obra tiene muchísimas partes. No solo es la parte final que es el himno a la belleza, a la alegría... También tiene una parte muy reflexiva, una parte preciosa para piano, la introducción que podría ser de una de sus sonatas donde se ve al Beethoven más reflexivo... Después hay diálogos con la orquesta, nos respondemos, jugamos, nos peleamos y entra el coro. ¡Tienes de todo en veinte minutos!

--Y siendo tan joven se ha atrevido a tocar a Beethoven, ¡qué dirán los puristas!

--Entonces no se debería tocar a nadie... Desde mi juventud lo que puedo aportar a las obras es la frescura, mi ilusión... Soy joven pero creo que hay que afrontar las obras desde cada punto vital. Un Beethoven, un Brahms o un Schumann sonarán diferente a los 20 o a los 60, pero no significa que no se puedan hacer.

--Es la primera vez que actúa como solista de la JONDE, ¿qué supone este salto?

--Para mí es una figura muy bonita de lo que ha pasado en los últimos seis años de mi carrera. Hace seis años estaba como integrante de la orquesta y, ahora, que me inviten como solista me hace muy feliz.

--Le he leído que son más peligrosos los elogios que las críticas. En estos últimos seis años casi todo han sido elogios... ¿Cómo se protege de ellos?

--Uno mismo es el peor crítico consigo mismo, yo soy muy exigente. Tú sabes qué está bien y que hay que mejorar y para seguir evolucionando te tienes que centrar en lo que hay que mejorar y espero que toda la vida tenga algo que mejorar. Si no, habré muerto artísticamente.

--En todas las crónicas destacan que sonríe mucho...

--Soy una persona muy feliz en general, muy positiva y me gusta sonreír a la vida. Creo que lo que le das a la vida, te lo devuelve.

--¿De verdad que alguien tan dulce tiró un violín del último al primer piso a los 4 años porque no quería saber nada de él?

--(Ríe). ¡Que sea dulce no quiere decir que no tenga mi carácter y mis días malos!

--¿Siente que ha perdido su juventud dedicada al piano?

--No siento que haya sacrificado nada. Me ha dado tanto el piano... Yo empecé con 5 años porque quería, tiré un violín con 4 años pero pedí que quería piano. Pero fui niña cuando tenía que ser, adolescente y, después, una chica como soy. He tenido mi vida y la tengo. Soy músico, es gran parte de mi vida, pero soy una chica de 27 años que tiene muchas ganas de vivir.

--Es la primera vez que actúa en el Auditorio de Zaragoza pero ha tocado en medio mundo, ¿le han hablado de esta sala?

--Cuando los grandes vienen a España, quieren venir a Zaragoza porque tiene una acústica espectacular. Además, me han dicho que es un público muy fiel y buenísimo.