Barbastro ha sido este fin de semana la capital de la fotografía, con el inicio del festival BFoto, que toma la ciudad durante todo el mes, y que incluye en su programación exposiciones, concursos, charlas y otras actividades.

Katerina Buil ha logrado la beca Visionados, por su trabajo María, una emotiva propuesta en la que, utilizando la memoria oral y la fotografía, desvela, desde el presente, la complejidad vital de su abuela materna en el entorno rural en el que ha transcurrido su vida. Este proyecto, todavía en desarrollo, se podrá ver en la próxima edición del festival,.

El trabajo de Buil fue elegido de entre siete trabajos, por un jurado compuesto el teórico de la fotografía Martí Llorens, el profesor Llorenç Raich y el comisario del festival Julio Álvarez Sotos.

La fotografía ha sido la verdadera protagonista, con la inauguración (el viernes, en el Museo Dicocesano) de la exposición de Nagore Giménez, Little fragments of my mind, el trabajo ganador de Visionados del año pasado. La muestra se centra en el tema de la memoria.

Otra de las secciones es Emergentes, a la que se han presentado más de 100 obras de 15 países. Las cuatro seleccionadas pueden verse en el espacio El Moliné. Se trata de los trabajos de Oscar Xarrié (España), J. Luis Carrasco (España), Karla Guerrero (México) y Diego Moreno (México).

El fin de semana contó también con Kosofoto (se suspendió al mediodía y se repetirá e próximo domingo), una iniciativa que consiste en colgar fotografías en el Coso de Barbastro, para que así los ciudadanos puedan llevarse las que quieran y colgar las suyas. Se trata de una suerte de red social en formato físico que despertó la curiosidad de los viandantes... hasta que tuvo que suspenderse.

Otro de los atractivos fue la presencia del escritor Sergio del Molino, que impartió una conferencia sobre Negativos sin positivar de la España vacía, en la que el periodista trató de hacer reflexionar a la audiencia sobre la similitud del proceso creativo entre fotógrafos y escritores. «La literatura está para plantear las cosas de frente», afirmó del Molino, para después recalcar la importancia que en su obra tienen las fotografías. Además, aportó un dato curioso: él suele describir fotografías con todo lujo de detalles, pero no suele incluirlas en sus libros, ya que le atrae la «fuerza que tiene hablar de una foto fantasmal, que no se ve», explicó.

Del Molino reconoció que la fotografía es muchas veces una construcción, una mirada subjetiva. «El fotógrafo que no es artístico, el fotoreportero, es un narrador, no un testigo. Es un contador de historias que son ficción y está en el mismo plano que el escritor», comentó,