--Acaba de llegar Henshin, su primera obra larga editada en Japón, al mercado español. ¿Qué ha pretendido contar en ella?

--Henshin, que en japonés quiere decir transformación, son historias cortas del día a día de Japón. Son situaciones y anécdotas que he ido viviendo y digamos que, a partir de ellas, he querido llevar a lo más simple el acto creativo. Es decir, tomar esos elementos y cocinar historias con cosas que tenía alrededor y ver como podía sacarle el mayor partido, sacarle un significado diferente a través de diferentes métodos de cocción.

--¿Ha querido estirar la realidad hasta hacerla casi irreconocible?

--Algunas son historias reales, aunque, en mayor o menor medida, todas tiene ficción. En todas, la clave es pensar qué elemento de ficción introducir para rehacer la realidad.

--¿Por qué utiliza el manga como forma de expresión?

--Por su flexibilidad. Primero, porque es narrativo y, segundo, porque no soy muy bueno solo en imágenes ni solo en texto por lo que es un punto intermedio que me conviene el mezclar las dos cosas. Pero también porque es un medio que te permite trabajar prácticamente en solitario y, en un momento dado, puedes hacer obras de gran producción con muy pocos medios. No tiene muchas cortapisas a la hora de producir y es muy inmediato. Me explico, puedes hacer un dibujo en un blog, y en muy poco tiempo pasas de la idea al público. En el manga no tienes límites.

--Usted vive en Tokio. ¿Qué diferencia hay entre el manga en Japón y en España?

--La diferencia fundamental es que en España se ve solo una porción de lo que se publica en Japón. Hay una visión muy concreta, de manga más de acción y para chavales, hay mucho estereotipo. En Japón, el tamaño de la industria del manga es enorme y eso permite muchos experimentos con muchos tipos de obras que de otra manera no sobrevivirían. Y ese es el tipo de cómic que me gusta, un cómic que permita ser más libre pero todo dentro del contexto del cómic comercial sin estar estrictamente al margen de él. En ese punto intermedio es en el que me siento muy cómodo y en Japón tiene su espacio. Esa es la razón por la que he ido a Japón, porque hay unos márgenes ahí para crear obras personales y comerciales y puedes vivir de ello.

--¿Qué le falta a España para dar ese paso?

--Aquí hay o público joven o ya adulto con las novelas gráficas. Lo que tiene Japón es mucha más población y un porcentaje de gente muy alto que está habituada a leer cómic. Hablamos de un lugar en el que una serie de gran éxito tiene tres o cuatro millones de tirada... Lo que me gusta del mercado español, es que hay gente haciendo obras muy dispares en estilos muy diferentes, y eso está porque es un mercado pequeño y no hay una presión comercial. Si fuera como Japón habría muchos profesionales pero, sin eso, hay mucha libertad de creación...

--Con Henshin se ha enfrentado al reto de escribir con el sistema de lectura oriental (de derecha a izquierda)... ¿Ha encontrado muchas dificultades?

--El sistema de trabajo es diferente, tienes que habituarte a su manera de ellos de trabajar, a la lengua y su aspecto cultural, ver si aquello que estás contando es comprensible y lógico para un lector japonés. A mí me ha ayudado mucho el hecho de vivir allí. Pero para mí ha sido muy divertido porque me ha ayudado a ampliar mi paleta.

--¿Eso significa que el público español va a tener problemas para entender Henshin?

--No, son historias muy japonesas pero muy sencillas de comprender. No creo que nadie tenga dificultad salvo por el hecho de que se lee al revés. Estoy llegando a una forma de contar más sencilla, pero en el sentido de eficaz.

--Ha hecho el cartel para el próximo Salón del Manga de Barcelona, donde, además recibirá un homenaje... ¿Qué supone?

--Empecé como fan, estuve yendo como fanzinero, he estado como autor... es muy bonito imaginarme a lo largo del tiempo y que ahora llegue esto. En el caso del cartel, ha sido un reto muy divertido. No ha habido consenso pero, en el fondo, lo que ha creado es un debate sobre qué es el manga.